Hasta las últimas páginas de estas
interesantísimas memorias no se sabe que las ha escrito al alimón con un
profesional, un escritor llamado J.R. Moehringer y que fue elegido porque
Agassi leyó The Tender Bar y tanto le fascinó que lo llamó, hablaron durante
infinidad de horas, lo grabaron y de todo ese material salió este libro. Ni que
decir tiene que ya lo tengo en la cesta de deseos de Amazon para cuando le
llegue el turno.
A pesar de que en alguna ocasión confiese el
tenista que leía y que le gustaba escribir las cosas que le pasaban, no cuadra
que escribiera tan bien.
Uno puede sentir lo duro que es ser un
tenista profesional. Yo soy un gran aficionado al ciclismo pero por nada del
mundo hubiera deseado ser un profesional: los viajes, el sacrificio de las
comidas (creo que sería de lo peor), los entrenamientos brutales, etc. Para
Agassi eso no fue un problema porque desde su más tierna infancia todos esos “problemas”
se los resolvió su padre: sencillamente no podía decir que no. Describe los
antecedentes de su familia paterna, originaria de Irán. Un padre tirano que
intentó lo mismo con sus tres hijos pero que sólo con Agassi encontró esa
mezcla de sumisión y rebeldía que lo convertiría en un número uno.
El estilo es directo y aunque se podría decir
que mantiene el orden cronológico sí que tiene trucos narrativos para hacer
retroceder al lector desde el suelo de una habitación justo antes de un partido
importante, por sus dolores de espalda, hasta la sucesión de grandes campeonatos.
Muy interesante la determinante obsesión de
su padre para tener una pista en casa creando a su vez una máquina expulso de
pelotas (el dragón) para que su hijo, desde apenas los tres años se
acostumbrara a los raquetazos, miles de raquetazos al día.
Sus primeros campeonatos en la ciudad de las
Vegas, los primeros fuera de su ámbito, la escuela de internado donde tantos
campeones han tenido que sufrir; los viajes interminables.
Y por qué no, sus historias de amor. Poco
después de hacer El Lago Azul Brooke Shields, bueno, diecisiete años después,
pero qué guapa estaba, se casaron aunque era un matrimonio abocado al fracaso:
ella vivía en Los Ángeles y él en las Vegas y encima estaban viajando cada uno
por su lado.
Se
casó con la ex tenista Steffi Craf.
El tenista, después de una vida atormentada de
tenis “detesto el tenis, lo odio con toda mi alma, y sin embargo sigo jugando”
logra alcanzar su meta: abrir una escuela para niños medio desamparados
dándoles una oportunidad y una educación que él mismo echaría tanto de menos en
su época adulta. Vivir con su mujer y sus hijos. El mayor es ya un joven mezcla
perfecta de sus progenitores y que juega en la liga universitaria de de beisbol.
Desde que se publicó en España, hace seis
años, siempre he leído entusiastas reseñas en diferentes periódicos. Esta es
una reedición en pasta dura a un precio más que interesante: 12.90 euros. Me
gusta de vez en cuando leer libros sobre deportistas. Cómo olvidarme del libro
de David Millar y su carrera de ciclista dopado. Y éste está muy bien escrito
también. Espero que el de Moehringer, su coautor, me guste tanto. Bien es
verdad que, según cuenta Agassi, no quiso aparecer en las portadas porque, como
le confesó, esa era una vida por escrito y era su vida.