domingo, 17 de noviembre de 2019

AUTOBIOGRAFIA. BERTRAND RUSSELL. 1872-1914.



  No hay mal que por bien no venga. He tenido en la lista de “deseos” el grueso volumen de Edhasa en el que vienen todos juntos, los tres volúmenes de la autobiografía. En julio de este año, cuando estuvimos en La Coruña, dejé a mis chicas en la playa y yo me fui a recorrer sus calles. Consulté en internet las librerías de viejo y me fui a una. No estaba mal surtida pero sin embargo no vi, a priori, nada que me interesara. Este libro, el primero, es de la editorial Aguilar del año 1968. Huele a viejo, a biblioteca vieja, de las que han sufrido varios traslados y algún accidente en forma de inundación.  Estuve como una hora trasegando en las diferentes secciones. Es de esas en las que está todo lo mejor ordenado posible: viajes, política, relatos, novelas, cuentos, cómics, etc. Cuando ya me iba vi este casi al final del pasillo, cerca de la puerta de salida. Salí, me tomé un café y me dio el remordimiento de no haber comprado nada. Me dije, aunque sea para que los sufridos libreros se ganen unos eurillos. Me costó 9 después de un leve regateo. Este hecho, ahora después de haber intentado su lectura, me ha hecho ahorrarme los cuarenta y tantos que vale el de Edhasa. No me ha valido la pena. Su lectura no me ha aportado nada a excepción de saber que algunos intelectuales ven su ego rebosar por todos lados. “Cuando tenía seis o siete años, mi tía Agatha volvió a tomarme en sus manos para enseñarme la historia constitucional inglesa, ¡¡¡la historia constitucional inglesa!!! la cual me interesó vivamente, y un hoy recuerdo mucho de lo que en ella me enseñó”. Uno lee esto y piensa que nada de lo que cuente, es, o puede ser verdad. Aunque estemos de acuerdo en que las autobiografías son otra rama de la ficción, como la religión. Sería más horroroso aún que fuera verdad.
  El libro está salpicado de cartas privadas. Demasiado numerosas. Solo hay algo que no soporto en literatura: los sueños en primer lugar y luego las cartas, sobre todo, llevadas a modo de relleno. Qué aburrimiento por favor. Menos mal que esa constatación me ha hecho avanzar extraordinariamente rápido.
  De todos los libros que he leído de Russell, ahora que lo pienso, solo me ha gustado La busca de la felicidad. Y si acaso Por qué no soy cristiano. Los demás me dejaron bastante indiferente. Conocimiento humano, Sociedad humana y este que me ocupa. O que, afortunadamente, me ha ocupado.
  Ciao Russell.

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