En este volumen se concentra
el derrame siniestro -lo peor- de todos los acontecimientos que tuvo que vivir. Víctor
Klemperer no tuvo la desgracia de morir en un campo. Fue de los privilegiados,
pero hubo de sufrir cientos de humillaciones, hambre, frío, calor e
inseguridad. Un catedrático de Universidad.
Las últimas semanas de
la guerra su mujer y el tuvieron que recorrer cientos de kilómetros hasta
llegar a casa.
Si hubiera podido
preguntar algo en la presentación del libro de Rieff le hubiera hecho esta
pregunta: ¿Es demasiada memoria escribir y leer… ¡dar testimonio! de lo que
realmente pasó? Yo creo que no. Pero en esto, como en tantas cosas, los
alemanes han sabido dar una lección de sabiduría: perdón pero no olvido.
7 de abril de 1942.
He leído mucho a
Chamberlain y me he dormido continuamente al leerlo, en parte por agotamiento
general y literalmente por sensación de hambre, en parte por mi incapacidad por
comprender la filosofía. Es asombroso con qué limitada capacidad intelectual he
hecho carrera en la universidad (igualmente asombroso ¡Con qué pocos
conocimientos de la especialidad!
28 de junio de 1942.
Yo cité la frase de
Jules Sebba: Si no tengo más remedio que decidirme por un nacionalismo,
entonces elijo el judío, que no me persigue.
21 de julio de 1942.
Lo peor no es el hambre,
que solo produce un malestar sordo. Mucho peor es la poca comida. Después del
primer bocado noto lo hambriento que estoy y el placer que procura hasta la más
repugnante bazofia; y justo después de ese bocado tengo que terminar.
24 de julio de 1942.
Hoy la señora Hischel ha
dado su nombre como el del muerto más reciente. Probablemente: Se ahorcó en
prisión, como de costumbre. Yo le he dicho a mi mujer que si le anuncian mi
suicidio, me han asesinado. Ella: Lo mismo me ha dicho mi marido.
27 de julio de 1942.
Antes se escondía el
embarazo, ahora se exhibe. He leído que no sé qué negros de Australia, cuando
juegan a ser elegantes llevan coquetamente el pene cogido entre los dedos. De
modo parecido coquetean hoy las mujeres con sus embarazos. Exhiben el vientre
como insignia del partido. … Alemania se ha convertido toda ella en una fábrica
de carne y en una carnicería.
17 de enero de 1943.
Muchas veces salen
oleadas de niños, y entonces tengo siempre la misma experiencia: los chicos
mayores pasan correctamente a mi lado, los pequeños en cambio se ríen, me
gritan “judío” y cosas así. De modo que a los pequeños se lo han conculcado, en
los mayores ya no hace efecto.
20 de marzo de 1943.
Así busco refugio para
los dos en los Buddenbrook y leo mucho en voz alta durante el día. ¡Que no haya
saboreado del todo hasta ahora la genialidad de esta obra! ¡Que no la haya
conocido inmediatamente después de su publicación sino después de la guerra
mundial, en la época en que mi horizonte se iba reduciendo con la
especialización! Qué raro.
25 de diciembre de 1943.
Stübler me dijo ayer
casi literalmente: La guerra durará todavía mucho. Las reservas militares de
los nazis puede que estén agotadas, pero las propagandísticas no lo están en
absoluto. Yo oí hablar a Hitler en Múnich ya en 1922; el efecto que causa es
inmenso. Si aquí en Dresde, el 90% de la gente estuviera contra él y él llegara
hoy aquí y hablara aquí, mañana ese 90% le obedecería ciegamente.
10 de febrero de 1944.
He leído realmente Mi
lucha (las primeras 250 páginas de 800), es tan interesante como monstruoso y
deprimente: ¡ese libro estaba publicado y a ese hombre lo han hecho Fürer
durante once años, hasta ahora! Eso nunca se les podrá perdonar a las clases
altas alemandas. Como una especie de antídoto -¡por lo menos en un alemán
decente!- trato de meterme en Emmanand Quint, que Eva ha encontrado en la
biblioteca de Paulig.
19 de marzo de 1944.
En la manera de hacer la
guerra puede que hayan equivocado los nacionalsocialistas; en la propaganda, en
absoluto. Siempre tengo que acordarme de lo que dijo Hitler: que él no hablaba
para profesores de universidad.
18 de marzo de 1945.
Breve meditación
matinal, nacida de un gran amor. Se trata en esencia de que nos hemos querido y
seguiremos queriéndonos durante cuarenta años, en realidad no estoy
completamente seguro de que esto pueda acabarse. La nada –en tane que
conciencia personal, y por lo tanto, nada real- es, indudablemente,
probabilísima, y todo lo demás, improbabilísimo. Pero ¿no vivimos
constantemente, desde 1914, y aún más, hasta 1933 y en los últimos tiempos de
un modo masivo, lo absolutamente fantástico? Lo que antes era absolutamente
inimaginable ¿no se nos ha convertido en algo normal y cotidiano? Si he vivido
las persecuciones de Drede, si he vivido el 13 de febrero, si he vivido estas
semanas de huida, ¿por qué no voy a vivir (o, mejor, “morir”) también que Eva y
yo volvamos a encontrarnos en algún sitio, con alas de ángeles o dotados de
alguna otra forma curiosa? No sólo está retirada de la circulación la palabra “imposible”
sino que también “inimaginable” ha perdido toda validez.
2 de abril de 1945.
A adolescentes de las
HJ.
Cuando vengan los
americanos, entonces por lo menos nos darán una comida decente, hemos cambiado
unas palabras con algunos. Dos (sobre todo uno) me parecieron de buena familia
y unos chicos formales, inofensivos. A uno, a quien regalaron aquí unas
patatas, le pregunté su edad. “Quince años” ¿Van enseguida al frente? –“Solo
los voluntarios”. “¿Es usted voluntario?”. Un “no” perfectamente falto de
heroicidad.
27 de abril de 1945.
El viejo Tyroller ya me
ha preguntado dos veces qué va a pasar cuando los rusos y los norteamericanos
se encuentren en Berlín. Ambas veces, su voz denotaba la esperanza de que rusos
y estadounidenses arremetiesen al punto unos contra otros y lucharan hasta la
muerte. A tal grado de confusión los ha llevado Goebels.
Del apartado de las
notas:
1 de junio de 1943.
En Varsovia ha habido un
baño de sangre. Desde junio de 1942, unos 12.000 judíos del gueto de Varsovia,
el más grande de los guetos judíos., eran enviados diariamente a la muerte en
el campo de Treblinka. El 19 de abril de 1943 unos 1100 judíos mal armados con
armas que habían recibido clandestinamente, opusieron una desesperada
resistencia al intento de las SS de deportar al resto de los habitantes. La
sublevación preparada en secreto, duró un mes, hasta el 16 de mayo de 1943 y
terminó con la completa destrucción (los alemanes tuvieron que emplear tanques
y artillería pesada) del gueto y el fusilamiento de casi la totalidad de los
sublevados. Los pocos supervivientes fueron deportados y gaseados en los campos
de Treblinka y Majdanek.
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