Leo en la anotación del día 23 de diciembre
del año 1933 que lleva días leyendo María Antonieta de Stefan Zweig; dice que
es el mejor libro de él. Son los Diarios de Víctor Klemperer que empecé a leer
hace unos días. Por delante mil setecientas páginas en dos tomos. He estrenado una agenda
Myrga del año 2000 para ir anotando cada frase que no quiero olvidar. Al lado
tengo el viejo ejemplar de Zweig heredado de no se sabe quién (Ed. Juventud, año 1967). Leo el antepenúltimo
capítulo, El último viaje, los pormenores de la ejecución, la elección del vestido, la amarga
última sopa, la subida al cadalso, el fulgor de la cuchilla, la cabeza luego entre las
piernas mientras avanza la carreta empapando la tierra de sangre. Qué certero
es el austriaco para describir atmósferas e interiores del ser humano. Qué grato
ha sido recordar la dicha que me produjo este libro leído hará ya más de veinte años.
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