Este ejemplar lo compré
en mayo en la feria del libro antiguo y de ocasión de Recoletos. Edición de
Anagrama del año 1986. Dentro de la solapa una frase: “María Teresa de Toro.
86, llegó a creer que este libro era suyo. Estaba equivocada. Es de Macarena”.
Son frases que también suelo poner en los libros cuando los compro. Una especie
de exlibris particular. No sé si este libro fue de María Teresa o de Macarena
pero lo que sí sé es que quien lo leyera era una persona fumadora empedernida.
Las hojas huelen literalmente a cenicero. Amarillo por fuera, amarillo por
dentro.
Lo primero que
aprendemos de Nabokov leyendo sus memorias era que pertenecía a una familia de
muy buena posición social y económica. Pero como siempre pasa muchas veces en
la historia, debieron coger sus bártulos y escapar de las tribulaciones
políticas de su país (Revolución rusa). Nació en San Petersburgo en 1899. Luego
recaló en París, EEUU, donde fue profesor de literatura y al final se instaló
con su última mujer, Vera, en Montreux, en Suiza. Una de las cosas que más le
gustó en la vida fue la “caza sutil”.
Una de las cosas que me
ha gustado de leer estas memorias es el estilo y la forma en la que se dirige a
su desconocido lector: “Voy a realizar a continuación un ejercicio bastante
difícil, algo así como un doble salto mortal acompañado de un Welsh waggle (los
viejos acróbatas sabrán a lo que me refiero), y necesito silencio absoluto, por
favor”.
Se le ve un poco el plumero al denostar a la
revolución con respecto al régimen de los zares:
“Bajo el régimen de los
zares, a pesar del carácter esencialmente inepto y feroz de su poder, los
amantes de la libertad habían poseído un número incomparablemente superior de
medios para expresarse, y solían correr, cuando así lo hacían, riesgos mucho
menores que bajo el poder de Lenin”.
Su lógica razón tendría.
“Lo que lo zares no habían conseguido jamás, a saber, que las
mentes se doblegaran por completo a voluntad del gobierno, fue logrado por los
bolcheviques inmediatamente después de que el principal contingente de intelectuales
huyese al extranjero o fuera aniquilado”.
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