lunes, 4 de enero de 2016

SVETLANA ALEXIEVICH. VOCES DE CHORNÓBIL.





  En 2015 a esta escritora bielorusa le concedieron el premio Nobel de literatura. Se lo podrían haber otorgado también como periodista, pero no existe. Según la wikipedia este libro aún sigue prohibido en Bielorusia. Para poder acumular la cantidad de información humana que contiene, Svetlana entrevistó durante veinte años a cientos de hombres y mujeres afectados. Para millones de personas en todo el mundo el accidente se resumió en algo que pasó lejos y en si sus vidas, las vidas de millones de europeos, se iba a ver afectada y en qué medida. Pocas veces, después de leer el libro, he estado más de acuerdo en la concesión del premio sueco. Y es que el mérito a mi entender es dar voz a las personas que lucharon y sufrieron por el accidente. Me empecé a interesar por el tema de Chernóbil desde que leí el estupendo reportaje de Ander Izaguirre en el Jot Dowon de hace aproximadamente un año. En el techo los hombres “luchan con palas contra el átomo”.
  El primer capítulo “Una solitaria voz humana” lo comencé a leer por la mañana temprano, tomando mi café con tostadas. Al poco rato ya debí agarrar la primera servilleta de papel que encontré para limpiarme las lágrimas que resbalaban por las mejillas. Qué dolor debió pasar aquella gente, y durante cuánto tiempo, días, meses, años. La población estaba, como ellos mismos decían una y otra vez, preparada para una guerra, pero no para eso. El ser humano no está preparado ni capacitado para enfrentarse a algo así. Decían los “liquidadores”, los encargados de apechugar con los trabajos, que nunca habían hablado tanto de filosofía. Necesitaban entender. Cuando uno lee el sufrimiento tan de cerca, de personas que han sufrido, que han perdido la vida que llevaban (“era tan fácil ser feliz”), uno no tiene más remedio que emocionarse. Ella, la autora, ha sido capaz de dar voz a personas humildes. Y no solamente a gente humilde: entrevistó a soldados, reservistas, ingenieros, físicos, abuelos, niños. Qué pensaron, cómo sufrieron, qué secuelas tienen y qué futuro ven.
  “El mal no es en esencia una sustancia, sino la ausencia del bien; del mismo modo que las tinieblas no son más que la ausencia de luz”.   
  Esta mañana la tenía libre en el trabajo. He terminado de desayunar, me he sentado en el sofá para leer un rato y no me he levantado hasta que lo he acabado, cerca de la una y media; lo justo para ir a correr y preparar la comida. Y otra vez se me han saltado las lágrimas con la última historia. Una hermosa historia de amor truncada por el accidente. El título del último capítulo… ¡todo el mundo debería leer alguna vez el último capítulo! “Una solitaria voz humana”. Y comienza así: “¡Hace poco yo había sido tan feliz!”, y cuenta su triste y hermosa historia.

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