lunes, 18 de enero de 2016

EL REINO. EMMANUEL CARRÈRE.




  De este autor, creo que ya lo dije en otra ocasión, me gusta todo lo que he leído. Y no es fácil decir eso de ninguno. Tan solo me falta por leer El Bigote (y la verdad es que no me atraía por su título) y el de su estancia en una estación invernal, aparte de su difícil de conseguir biografía de Philip K. Dick.
  En esta ocasión Carrère nos habla de la historia de la religión cristiana, de su fe o de su falta de ella, y de su vida, como siempre, que es de lo que más me gusta leerle. Y como siempre, este autor me cuenta las cosas como me gusta leerlas: con claridad, honestidad y valentía. Ya sea hablando de los evangelistas o de su afición a ver videos porno en internet.
  Para hablar de estas historias que se cuentan en la Biblia Carrére se ha documentado con pasión y profesionalidad. Ha consultado no solo los libros canónicos sino estudios sobre todo eso y los evangelios apócrifos. Lo ha intentado asimilar y luego lo ha vomitado ya digerido para sus lectores. Y es de agradecer.
  Lo primero que hace en las primeras páginas es poner en entredicho todo lo sabido, lo que llevamos en nuestro código genético durante unas cuantas docenas de generaciones. “Si se les pregunta, responderán que creen de verdad que hace dos mil años un judío nacido de una virgen resucitó tres días después de ser crucificado y que volverá para juzgar a los vivos y a los muertos. Responderán que estos acontecimientos constituyen el centro de su vida”.
  Pincelada de crema de sentido común. Luego, la guinda: “Sí, ciertamente es extraño”. Aquí se podría añadir el gracioso párrafo donde se narra el extraño caso de la repentina sabiduría en idiomas de los evangelistas; y sin pastillas modernas.
  Deliciosa la minibiografía de Séneca (también de Marcial y de algún otro). “La felicidad consiste en ponerse al margen”. Pocos ejemplos como él: “uno de cada quinientos años”. Y una inscripción en una tumba romana: “No existía. He existido. Ya no existo. ¿Qué importancia tiene?”.
  En la página 218 puede encontrarse la explicación al éxito de la empresa de la Iglesia. San Pablo puede considerarse el primero Director comercial de una empresa exitosa y global, la multinacional. “Había partido de Corinto a Éfeso, en Asia, desde donde empezó a enviar a sus iglesias una carta tras otra en las que anunciaba esta colecta y recomendaba que se mostraran generosos”.
   La novela, la forma de contarnos estas cosas me ha gustado. Es como cuando en una tertulia coincidimos para nuestra suerte con alguien que sabe mucho de una cosa y lo cuenta con pasión.
  Encima he descubierto el significado de dos palabras que desconocía:

  Aclaridad: Hacer las cosas con alegría y presteza, y Epispasmo que era la reconstrucción del prepucio a la que se sometían algunos judíos helenizados.
  Me voy a ver si consigo encontrar cualquier libro en la librería que tenga impreso en la portada al menos estas dos letras: Emmanuel Carrére.

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