De este autor, creo que ya lo dije en otra ocasión, me gusta todo lo que
he leído. Y no es fácil decir eso de ninguno. Tan solo me falta por leer El
Bigote (y la verdad es que no me atraía por su título) y el de su estancia en
una estación invernal, aparte de su difícil de conseguir biografía de Philip K.
Dick.
En esta ocasión Carrère nos habla de la historia de la religión
cristiana, de su fe o de su falta de ella, y de su vida, como siempre, que es
de lo que más me gusta leerle. Y como siempre, este autor me cuenta las cosas
como me gusta leerlas: con claridad, honestidad y valentía. Ya sea hablando de
los evangelistas o de su afición a ver videos porno en internet.
Para hablar de estas historias que se cuentan en la Biblia Carrére se ha
documentado con pasión y profesionalidad. Ha consultado no solo los libros
canónicos sino estudios sobre todo eso y los evangelios apócrifos. Lo ha
intentado asimilar y luego lo ha vomitado ya digerido para sus lectores. Y es
de agradecer.
Lo primero que hace en las primeras páginas es poner en entredicho todo
lo sabido, lo que llevamos en nuestro código genético durante unas cuantas docenas
de generaciones. “Si se les pregunta, responderán que creen de verdad que hace
dos mil años un judío nacido de una virgen resucitó tres días después de ser
crucificado y que volverá para juzgar a los vivos y a los muertos. Responderán
que estos acontecimientos constituyen el centro de su vida”.
Pincelada de crema de sentido común. Luego, la guinda: “Sí,
ciertamente es extraño”. Aquí se podría añadir el gracioso párrafo donde se
narra el extraño caso de la repentina sabiduría en idiomas de los evangelistas;
y sin pastillas modernas.
Deliciosa la minibiografía de Séneca (también de Marcial y de algún
otro). “La felicidad consiste en ponerse al margen”. Pocos ejemplos como él: “uno
de cada quinientos años”. Y una inscripción en una tumba romana: “No existía.
He existido. Ya no existo. ¿Qué importancia tiene?”.
En la página 218 puede encontrarse la explicación al éxito de la empresa
de la Iglesia. San Pablo puede considerarse el primero Director comercial de
una empresa exitosa y global, la multinacional. “Había partido de Corinto a
Éfeso, en Asia, desde donde empezó a enviar a sus iglesias una carta tras otra
en las que anunciaba esta colecta y recomendaba que se mostraran generosos”.
La novela, la forma de contarnos estas cosas me ha gustado. Es como
cuando en una tertulia coincidimos para nuestra suerte con alguien que sabe
mucho de una cosa y lo cuenta con pasión.
Encima he descubierto el significado de dos palabras que desconocía:
Aclaridad: Hacer las cosas con alegría y presteza, y Epispasmo que era
la reconstrucción del prepucio a la que se sometían algunos judíos helenizados.
Me voy a ver si consigo encontrar cualquier libro en la librería que tenga impreso en la portada al menos estas dos letras: Emmanuel
Carrére.
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