viernes, 8 de enero de 2016

GÜNTER GRASS. DE ALEMANIA A ALEMANIA. DIARIO. 1990






  Este libro lo vi en un puesto de la Cuesta de Moyano que tiene una peculiaridad: lo regenta un chaval joven que al parecer sabe un poco de lo que vende, y sobre todo tiene algo extraño: siempre que paso por allí compro algo en su caseta, no falla. Este me lo vendió cuando mostré interés por él, junto con uno extrañamente barato: una edición en tapa dura y buen estado de las memorias de Azaña del año 32. “Te dejo los dos por trece euros”. Hubiera pagado eso mismo por cualquiera de los dos, así que, en esta ocasión, no me fui a casa con un remordimiento demasiado elevado.

  El diario de Grass está escrito en los albores y en los meses posteriores de la unificación alemana. Fue el nobel alemán una de las voces más críticas de aquel suceso que habría de cambiar la fisonomía europea. Muchas de las entradas las dedica a despotricar de los políticos que la estaban llevando a cabo y para eso se implicó en la campaña del “no” viajando de aquí para allá y dando conferencias. Decía que iba a ver dos Alemanias, que iba a ver desigualdad, movimientos sociales indeseables, etc. “…Conversación con Pörner, de Leipzig, moderada por Lohr, de la NDR, el programa regional. Ambos coincidimos en valorar como ruinosas las consecuencias de la unión monetaria”.  A toro pasado, está claro que se equivocó. Alemania ha perdido las dos guerras mundiales, sí, pero está claro que ha ganado la paz, si es que no es ésta, la paz, una continuación de la otra, la guerra.

 



También menciona mucho la inminente intervención a lo bestia de EEUU en Irak por la invasión de este país en Kuwait. Y también se equivoca cuando habla de catástrofes nucleares, armas de destrucción masiva, etc. Pero claro, es fácil caer en la propaganda de los poderosos.
  Los primeros estudios de Grass fueron sobre arte: dibujo, pintura y escultura. Me gusta el estilo. En las páginas del libro se pueden ver distintos  temas dibujados: un sapo, un saltamontes, los restos de un pescado recién comido, un paisaje, un autorretrato. Llena el espacio con muchas líneas. Hay mucha información en cada dibujo, como de garabato, pero en el conjunto consigue dar a la figura una realidad que está muy bien.
  Una observación que me ha gustado: “…no han tocado el núcleo del problema: los ataques toscos no permiten más que una defensa tosca, es decir, frontal”. Por eso a veces es mejor el silencio a la tosquedad, a la sin razón o a las razones vagas.

  Una denuncia que tiene su cosa: el que los alemanes venden armas y gases a Irak que podría utilizar contra Israel y volver de alguna manera a repetirse la historia. “Un escándalo en la guerra del Golfo que de día a día se haciendo posible sería, y podría serlo mañana mismo, que Irak atacar con misiles de gas tóxico grandes ciudades israelíes, y de esa manera los alemanes, de los que el mundo supuestamente ya no tiene por qué tener miedo, volvieran a participar en el exterminio de judíos, en tanto que proveedores originarios. La mera posibilidad tendría que provocar protestas, si no ya en Alemania, sí en el extranjero”.
  Otra sobre las mujeres: “Ayer entre el público, como en todas partes, más mujeres que hombres… Probablemente sin mujeres no habría literatura”. Quizá sea algo parecido a la cocina: las mujeres son las que en masa hacen trabajar los fogones pero serían los grandes chefs los que despuntan en el mundo.

 


  No me ha parecido un libro difícil de leer. Sin embargo he echado de menos más referencias a lecturas, historia, etc. Ni comparación con su paisano, Ernest Jünger: cada página de sus diarios, un perita en vino dulce. Pero claro, Günter Grass ya se confiesa en su primera entrada: “No soy un apasionado escritor de diarios”, y ya se sabe, sin pasión no hay contagio.

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