No me ha gustado este
libro. Una novela escrita para un lector al que el autor considera un niño o un
indio apache, exagerado, de mal gusto, y con un estilo que nunca me ha acabado
de engatusar. En las buenas críticas que leí sobre él se decía que era un libro
sobre las historias y las narraciones, sobre el hecho de contar vidas ajenas,
pero no le he cogido el tono a este autor: descartado.
La novela se asemeja a una del oeste pero
siempre extraña y desorbitada. Una frase: “Ciertas cosas es mejor no
mencionarlas”, sin embargo él lo hace, no ahorra descripciones por mal que
parezca insertarlas. Véase por comparación la frase de Clarín en “Zurita” la
novelilla inmensa que leo ahora: “-Y tanto como veo- respondió el filósofo,
mientras se ponía los calcetines, de los que no haré descripción ninguna...”. Ahí
está todo lo que debemos saber sobre los calcetines del filósofo.
Sí, de acuerdo, el narrador ha sufrido mucho,
tiene una infancia desestructurada, su madre era una puta y su padre no se sabe
bien quién fue, lo viola un hombre y parece que no termina de desagradarle, se
tira a todas las mujeres que desfilan por las páginas, muy bien, pero ¿es
necesario remover las tripas del lector?
Decía la crítica que era novela de
iniciación. No lo sabré porque no pienso hincarle el diente a nada que haya
escrito este hombre… aunque… ¿Quién sabe?
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