Hemos pasado un puente la mar de
interesante y divertido en Úbeda, Baeza y Cazorla. Salimos a las nueve y media
de Boadilla con buen tiempo y buen ánimo. En el viaje se tardan apenas tres
horas. Paramos a desayunar, otra vez, a la mitad del viaje. La casa rural
estaba en todo el centro de Úbeda: calle del Obispo Cuevas y me costó mucho
atravesar las calles tan estrechas con el coche grande. Luego vimos a mujeres
casi ancianas conduciendo con una habilidad asombrosa. La casa era correcta;
con habitaciones limpias y normales. Un salón donde poder reunirnos por las
noches. Nada más llegar, a la hora de la comida, fuimos a buscar un sitio para
comer.
Esta foto es dentro de una vasija.
Cerca, en la calle Real, había bastantes bares y tuvimos la suerte de
elegir uno en el que el encargado era
hijo de canario y nos ofreció papas arrugás con mojo, que por supuesto no
rechazamos. Dimos cuenta de unas heladas cervezas alhambra 1925. A las seis
habíamos quedado con un guía que nos enseñó las calles y sus historias, las
plazas y las iglesias, las leyendas, los constructores de palacios y mausoleos
que son los egos descomunales de algunos personajes del pasado. Vimos la casa de
Sabina.
Patio interior dentro de la casa
En los alrededores de la casa.
Visitamos la Sinagoga del Agua; un descubrimiento asombroso del que
ninguna institución parece interesarse. Recorrimos la avenida de Muñoz Molina y
les iba contando a mis amigos cosas que sabía de él. Les enseñé dónde tenía su
padre la huerta, dónde iba a vender las verduras a la plaza del mercado.
Contemplamos asombrados lo que parecía un paseo marítimo en el que la
perspectiva del mar la hacía la infinidad de olivos que llegaban hasta las
estribaciones de la sierra de Mágina. Estuve en la puerta de su casa y me hice
una foto. En la puerta de la iglesia de San Lorenzo le pregunté a un anciano si
conoció al famoso escritor. Me dijo que sí, desde que nació. Mariano Millán era
su nombre y tenía unas ganas terribles de hablar. Me recitó un montón de
poesías, ¡con 87 años! Me contó unas cuantas historias de la Guerra Civil y de
la mujer emparedada, de la que se habla en El Jinete Polaco. Me invitó a ir a
su casa y enseñarme sus libros de poesía: (fue analfabeto hasta que se jubiló y
luego escribió poesía como si fuera una fuente de agua). Le alabé la memoria
para retener tantas cosas en su cabeza y le agradecí su invitación que
educadamente rechacé porque no creo que le agradara meter en su casa a una
decena de personas ya un poco cansadas y hambrientas.
En Baeza, ciudad que me pareció más recogida y espectacular, caminamos
por sus calles bajo un sol andaluz lleno de color. Vimos la escuela y la mesa
desde donde impartía sus clases Antonio Machado. Me emocioné imaginándome un
alumno suyo de aquellos años.
Cisterna dentro de la Sinagoga del Agua
Comimos en un bar corriente que nos habían recomendado. Muchos
camareros, entrantes deliciosos que no habíamos pedido y luego raciones
abundantes de pescaditos, croquetas, ¡tomate con aceite de oliva!, Tenemos oro
líquido saliendo de nuestra tierra y no sabemos apreciarlo, como todo lo
nuestro, etc.
Por la noche jugamos a algunos juegos de mesa a los que tan aficionado
es Julio. Buenas copas de Nordés y muchas risas, no exentas de algún pique. Es
una suerte tener amigos que perduren en el tiempo. Uno termina por tener una
confianza parecida a la del matrimonio o, para no exagerar, a la familia.
El domingo aprovechamos para ir a Cazorla. Es uno de los sitios que más
me han gustado porque ha servido para crear otra expectativa: ir de nuevo y
hacer marchas por la zona. Un pueblo ya más andaluz de casas blancas y flores
en las terrazas y con un fondo lleno de cumbres verdes. Compramos varias cajas
de aceite. Creo que ya tengo hasta acabar el año. Comimos en la plaza del
pueblo unas tapas muy coloridas y exquisitas. Y después nos fuimos a por los
coches y para casa.
Tomando un refrigerio en Baeza.
Una excursión que recordaré siempre. Buenas viandas, buenos paisajes, buenas gentes, buen tiempo, buena compañía y un deseo cumplido.
Una excursión que recordaré siempre. Buenas viandas, buenos paisajes, buenas gentes, buen tiempo, buena compañía y un deseo cumplido.
Cazorla.
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