miércoles, 6 de mayo de 2015

LABERT CAMUS. CARNETS.






  Estos diarios no tienen nada que ver con los de Pla que leí hace poco. Aquí no aparecen apenas nombres de personas. No hay citas con personas ni con cenas. Aquí hay proyectos de novela, citas de libros que va leyendo a través de los años, diálogos sacados directamente de la calle… Algunas entradas no tienen la mayor importancia y se leen como una transición a algunas joyas valiosísimas. He rodeado con una línea muchos de los párrafos, convirtiendo las páginas del libro en una caja de galletas apetitosas y muy nutritivas. He aquí unas cuantas:
Para tener en cuenta en las próximas elecciones. No queremos aprender.
  Agosto del 37.
  “Cada vez que escucho un discurso político o leo aquellos que nos dirigen, me asusta, desde hace años, no oír nada que produzca un sonido humano. Son siempre las mismas palabras que dicen las mismas mentiras. Que los hombres se acomoden a ellas, que la cólera del pueblo no haya abatido todavía los fantoches, es una prueba, a mi modo de ver, de que los hombres no conceden ninguna importancia a sus gobiernos y que en verdad juegan toda una parte de sus vidas y de sus llamados intereses vitales”.
  Camus decía que el único tema de verdadero interés en la filosofía es el suicidio.
  7 de noviembre.
  “A.M. inválido. –las dos piernas amputadas- paralizado de un lado.
  “Me ayudan a hacer mis necesidades, me lavan, me secan. Soy casi sordo. Y bien, no haría jamás un ademán para acortar una vida en la cual tanto creo. Aceptaría algo peor aún: estar ciego y sin ninguna sensibilidad –estar mudo y sin contacto con el exterior- sólo con tal de sentir en mí esa llamada sombría y ardiente que soy yo, yo viviente, agradeciendo aún a la vida por haberme permitido arder”.

“Los que aman de verdad deben buscar el amor en el matrimonio, es decir, el amor sin ilusiones”.
   Un matrimonio consolidado se podría resumir por la siguiente anécdota: después de que la mujer le hiciera una masturbación higiénica, aburrida, simple, mecánica, él manifestara: “llevamos una vida sexual que es un desastre”. Y ella, mientras se lava las manos y comienza a hacer alguna labor de la casa, dijera: “venga, levanta ya de la cama que es tarde”. Eso es un matrimonio consolidado y lleno de amor.

Algunos no le dan importancia a los puntos y las comas. Y sin embargo: “La revolución de 1905 se inició con la huelga de una imprenta de Moscú cuyos obreros pedían que los puntos y las comas se computaran como letras en la estimación ´por pieza´”.

  “El avión como uno de los elementos de la negación y la abstracción modernas. Ya no hay naturaleza; desaparece todo, la garganta profunda, el verdadero relieve, el torrente infranqueable. Queda un diseño, un plano.
  En resumen, el hombre adquiere la mirada de Dios…”.
  Ahí añadiría el invento de la nave espacial para contemplar al mundo como una canica que gira en medio del vacío. El hombre adquiere el valor de un germen, de una bacteria contaminante. No es un buen negocio, aunque bien mirado, es una buena abstracción.
  “Durante el sitio de Sebastopol, Tolstoi salta las trincheras y huye hacia el bastión bajo el fuego cerrado del enemigo: tenía un miedo horrible a las ratas y había visto una”. Yo, aunque de mala gana, le hubiera acompañado sin dudarlo.
  “Los superiores no perdonan nunca en sus inferiores una apariencia de grandeza”. Por eso están siempre en la cúspide los menos aptos.
 “Creo cada vez más que no hay que juzgar a Dios por este mundo: es un esbozo que le salió mal”. Quizá tuviera razón el filósofo –y Dios- en aquello de que vivimos en el mejor de los mundos posibles.
  “Cada vez que se decide considerar a un hombre como enemigo, se vuelve abstracto. Se lo aleja. Ya no se quiere saber nada de su modo peculiar de reír. Se ha convertido en una silueta”. Por eso aquello de “conoce a tu enemigo”.

  Siempre he querido escribir una novela del tamaño de un párrafo. Ya la he encontrado:

  Czapski (Tierra inhumana) “cuenta cómo los niños rociaban con agua los cadáveres de los soldados alemanes encontrados en la nieve y, a la mañana siguiente, se servían de los cuerpos helados como si fueran trineos”. Reafirmación de Golding; el Señor de las moscas.
  “Historia del abuelo del señor Bocquandé. En el colegio se le acusa de haber cometido una incorrección. Lo niega. Tres días de calabozo. Lo niega. “no puedo confesar una falta que no he cometido”. Previenen al padre. Da a su hijo un plazo de tres días para que confiese. De no hacerlo, tendrá que ser grumete (la familia es rica). Tres días de calabozo. Sale. “No puedo confesar algo que no he cometido”. El padre, inflexible, lo embarca como grumete. El niño crece, pasa la vida en los barcos, llega a ser capitán. Muere el padre. Él envejece. Y en su lecho de muerte: “No fui yo””.

  “Para la mayor parte de los hombres la guerra es el fin de la soledad. Para mí es la soledad definitiva”. Me suena. Nunca estoy tan solo como cuando estoy rodeado de una multitud las veinticuatro horas.
    Libro inolvidable.

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