Estos diarios no
tienen nada que ver con los de Pla que leí hace poco. Aquí no aparecen apenas nombres
de personas. No hay citas con personas ni con cenas. Aquí hay proyectos de
novela, citas de libros que va leyendo a través de los años, diálogos sacados
directamente de la calle… Algunas entradas no tienen la mayor importancia y se
leen como una transición a algunas joyas valiosísimas. He rodeado con una línea
muchos de los párrafos, convirtiendo las páginas del libro en una caja de
galletas apetitosas y muy nutritivas. He aquí unas cuantas:
Para tener en cuenta en las próximas elecciones. No queremos
aprender.
Agosto del 37.
“Cada vez que
escucho un discurso político o leo aquellos que nos dirigen, me asusta, desde
hace años, no oír nada que produzca un sonido humano. Son siempre las mismas
palabras que dicen las mismas mentiras. Que los hombres se acomoden a ellas,
que la cólera del pueblo no haya abatido todavía los fantoches, es una prueba,
a mi modo de ver, de que los hombres no conceden ninguna importancia a sus
gobiernos y que en verdad juegan toda una parte de sus vidas y de sus llamados
intereses vitales”.
Camus decía que el
único tema de verdadero interés en la filosofía es el suicidio.
7 de noviembre.
“A.M. inválido. –las
dos piernas amputadas- paralizado de un lado.
“Me ayudan a hacer
mis necesidades, me lavan, me secan. Soy casi sordo. Y bien, no haría jamás un
ademán para acortar una vida en la cual tanto creo. Aceptaría algo peor aún:
estar ciego y sin ninguna sensibilidad –estar mudo y sin contacto con el
exterior- sólo con tal de sentir en mí esa llamada sombría y ardiente que soy
yo, yo viviente, agradeciendo aún a la vida por haberme permitido arder”.
“Los que aman de verdad deben buscar el amor en el
matrimonio, es decir, el amor sin ilusiones”.
Un matrimonio
consolidado se podría resumir por la siguiente anécdota: después de que la
mujer le hiciera una masturbación higiénica, aburrida, simple, mecánica, él
manifestara: “llevamos una vida sexual que es un desastre”. Y ella, mientras se
lava las manos y comienza a hacer alguna labor de la casa, dijera: “venga,
levanta ya de la cama que es tarde”. Eso es un matrimonio consolidado y lleno
de amor.
Algunos no le dan importancia a los
puntos y las comas. Y sin embargo: “La revolución de 1905 se inició con la
huelga de una imprenta de Moscú cuyos obreros pedían que los puntos y las comas
se computaran como letras en la estimación ´por pieza´”.
“El avión como uno
de los elementos de la negación y la abstracción modernas. Ya no hay
naturaleza; desaparece todo, la garganta profunda, el verdadero relieve, el
torrente infranqueable. Queda un diseño, un plano.
En resumen, el
hombre adquiere la mirada de Dios…”.
Ahí añadiría el
invento de la nave espacial para contemplar al mundo como una canica que gira
en medio del vacío. El hombre adquiere el valor de un germen, de una bacteria
contaminante. No es un buen negocio, aunque bien mirado, es una buena
abstracción.
“Durante el sitio de
Sebastopol, Tolstoi salta las trincheras y huye hacia el bastión bajo el fuego
cerrado del enemigo: tenía un miedo horrible a las ratas y había visto una”. Yo,
aunque de mala gana, le hubiera acompañado sin dudarlo.
“Los superiores no
perdonan nunca en sus inferiores una apariencia de grandeza”. Por eso están
siempre en la cúspide los menos aptos.
“Creo cada vez más
que no hay que juzgar a Dios por este mundo: es un esbozo que le salió mal”. Quizá
tuviera razón el filósofo –y Dios- en aquello de que vivimos en el mejor de los
mundos posibles.
“Cada vez que se
decide considerar a un hombre como enemigo, se vuelve abstracto. Se lo aleja.
Ya no se quiere saber nada de su modo peculiar de reír. Se ha convertido en una
silueta”. Por eso aquello de “conoce a tu enemigo”.
Siempre he querido
escribir una novela del tamaño de un párrafo. Ya la he encontrado:
Czapski (Tierra
inhumana) “cuenta cómo los niños rociaban con agua los cadáveres de los
soldados alemanes encontrados en la nieve y, a la mañana siguiente, se servían
de los cuerpos helados como si fueran trineos”. Reafirmación de Golding; el Señor
de las moscas.
“Historia del abuelo
del señor Bocquandé. En el colegio se le acusa de haber cometido una
incorrección. Lo niega. Tres días de calabozo. Lo niega. “no puedo confesar una
falta que no he cometido”. Previenen al padre. Da a su hijo un plazo de tres
días para que confiese. De no hacerlo, tendrá que ser grumete (la familia es
rica). Tres días de calabozo. Sale. “No puedo confesar algo que no he cometido”.
El padre, inflexible, lo embarca como grumete. El niño crece, pasa la vida en
los barcos, llega a ser capitán. Muere el padre. Él envejece. Y en su lecho de
muerte: “No fui yo””.
“Para la mayor parte
de los hombres la guerra es el fin de la soledad. Para mí es la soledad
definitiva”. Me suena. Nunca estoy tan solo como cuando estoy rodeado de una
multitud las veinticuatro horas.
Libro inolvidable.
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