El otro día vi una película-documental que me
será difícil de olvidar. El título es simplemente “CRUMB”. Producido por David
Lynch trata sobre la vida de Robert Crumb, un dibujante de cómic del que creía
no saber nada pero que a medida que avanzaba en la visión he recordado que sí
había leído y visto bastantes de sus cómics cuando era joven y me interesaba entonces
mucho por las historietas en papel. Tuvo su apogeo en los años setenta y estampaba
en cada viñeta una crítica ácida de la sociedad norteamericana. Políticamente
incorrecta algunas veces y duramente pornográfica en otras, (en una ocasión en
una serie de viñetas, para celebrar la debida unión de la perfecta familia americana,
hizo tener relaciones sexuales entre padre hija y madre hijo… “deberíamos pasar
más tiempo con los chicos”). También es un fabuloso músico con una descomunal
colección de vinilos.
Su ideal de mujer.
En la película se entrevista a gran parte de
su familia y conocidos: su hermano mayor Charles y el pequeño Max. Su hijo y su
hija. Su primera novia y su actual mujer. Su madre, aunque solo aparezca unos
instantes. Sus dos hermanas que declinaron aparecer en la cinta porque no
tenían, declararon, nada bueno que decir. Conocidos, artistas y galeristas,
críticos. Todos parecen estar de acuerdo en que es un genio. Se vino a vivir a
Europa en los noventa, arrastrado por su mujer. Viven en un pueblecito del sur
de Francia.
Y digo que será difícil de olvidar por la
monstruosidad que se esconde debajo de cada una de sus vidas. Son como una
familia americana al estilo depresivo de Los Panero en España.
Mr. Natural. Uno de sus personajes.
Su padre era un militar profesional, (había
estado en la II Guerra Mundial y al parecer llegó algo trastocado) que los
educó con la sensibilidad de un diplodocus. Era de esas personas que estaba con
la tensión acumulada de un arco y estallaba en explosiones de cólera en la que
algunas veces alguien acababa herido. Hubiera querido que alguno de sus hijos
fuera marine como él. Se refugiaron, sin embargo, en el mundo de los cómics.
Montaron a una edad muy temprana una especie de empresa en la que todos los
papeles estaban asignados por Charles, el mayor. Hacía dibujar todo el tiempo a
Robert y después vendía las tiras por el vecindario. A Max, el pequeño, le
asignaron el papel de repartidor. Las hermanas hacían de secretarias, contables,
etc. Cada uno interactuaba en las viñetas del otro introduciendo sus propios
personajes e historias. Pero pasaron los años y recordaron cosas en la película
de cuando eran niños. Y quizá no debieron hacerlo. Sobre todo Charles.
Trazos:
Charles:
Charles, casi cincuentón, vivía aislado en su casa, sin salir nunca a la calle y rodeado de gatos, de libros y de su madre. Con manifiesta falta de higiene y desdentado. De gran talento. Disponía de libros escritos con la letra m. Emes minúsculas dispuestas en palabras de una, dos, tres o más sílabas. Páginas y páginas escritas así, peor aún que el loco de El Resplandor de Stephen King. De niño fue el niño extraño con el que mejor se metían los matones. Con algunos intentos de suicidio a sus espaldas; la vez más grave se tomó un bote de abrillantador de muebles y un frasco de pastillas. Pero en el último momento se arrepintió y avisó a su madre de que lo llevara al hospital para un lavado de estómago. Confiesa que debido a la medicación no tenía erecciones. Las pastillas le ayudaban a vivir. Cuando Robert le animaba a salir y ver mujeres por la calle decía no que no estaba seguro de querer que volvieran los deseos. No tenía nada interesante por lo que salir. Solo se dedicaba a releer libros y a no dejarse morir.
Charles, casi cincuentón, vivía aislado en su casa, sin salir nunca a la calle y rodeado de gatos, de libros y de su madre. Con manifiesta falta de higiene y desdentado. De gran talento. Disponía de libros escritos con la letra m. Emes minúsculas dispuestas en palabras de una, dos, tres o más sílabas. Páginas y páginas escritas así, peor aún que el loco de El Resplandor de Stephen King. De niño fue el niño extraño con el que mejor se metían los matones. Con algunos intentos de suicidio a sus espaldas; la vez más grave se tomó un bote de abrillantador de muebles y un frasco de pastillas. Pero en el último momento se arrepintió y avisó a su madre de que lo llevara al hospital para un lavado de estómago. Confiesa que debido a la medicación no tenía erecciones. Las pastillas le ayudaban a vivir. Cuando Robert le animaba a salir y ver mujeres por la calle decía no que no estaba seguro de querer que volvieran los deseos. No tenía nada interesante por lo que salir. Solo se dedicaba a releer libros y a no dejarse morir.
Un año después del rodaje, que duró varios
meses, en el 93, se suicidó en Philadelphia. Con la edad perfecta de los
suicidas: 50 años. Yo creo que nunca
llevó bien el éxito de su hermano Robert quien confesó en una ocasión que solo
con el éxito y el dinero empezó a tener trato con las mujeres. Rechazó hacer
una portada nada menos que para los Rolling.
Max:
El pequeño. Ascético e introvertido. Cada día
se sienta en una alfombra de pinchos al estilo faquir y comienza a comer una larga cinta de tela. Empieza por un
extremo hasta que al cabo de los días aparece por el otro extremo. Luego tira
de ella. Dice que le hace bien. Dibuja y pinta fabulosamente. Vive en la
actualidad en San Francisco.
Robert tiene un hijo, actualmente artista
casado con una enfermera.
La hija de Robert Crumb vive con ellos en
Francia.
Robert
está vivo en la actualidad como lo demuestra su dibujo en homenaje a Charlie
Hebdo.
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