lunes, 9 de febrero de 2015

ROBERT CRUMB Y FAMILIA.




  El otro día vi una película-documental que me será difícil de olvidar. El título es simplemente “CRUMB”. Producido por David Lynch trata sobre la vida de Robert Crumb, un dibujante de cómic del que creía no saber nada pero que a medida que avanzaba en la visión he recordado que sí había leído y visto bastantes de sus cómics cuando era joven y me interesaba entonces mucho por las historietas en papel. Tuvo su apogeo en los años setenta y estampaba en cada viñeta una crítica ácida de la sociedad norteamericana. Políticamente incorrecta algunas veces y duramente pornográfica en otras, (en una ocasión en una serie de viñetas, para celebrar la debida unión de la perfecta familia americana, hizo tener relaciones sexuales entre padre hija y madre hijo… “deberíamos pasar más tiempo con los chicos”). También es un fabuloso músico con una descomunal colección de vinilos.

                 
                                                                   Su ideal de mujer.



  En la película se entrevista a gran parte de su familia y conocidos: su hermano mayor Charles y el pequeño Max. Su hijo y su hija. Su primera novia y su actual mujer. Su madre, aunque solo aparezca unos instantes. Sus dos hermanas que declinaron aparecer en la cinta porque no tenían, declararon, nada bueno que decir. Conocidos, artistas y galeristas, críticos. Todos parecen estar de acuerdo en que es un genio. Se vino a vivir a Europa en los noventa, arrastrado por su mujer. Viven en un pueblecito del sur de Francia.
  Y digo que será difícil de olvidar por la monstruosidad que se esconde debajo de cada una de sus vidas. Son como una familia americana al estilo depresivo de Los Panero en España.

                                                                 Mr. Natural. Uno de sus personajes.


  Su padre era un militar profesional, (había estado en la II Guerra Mundial y al parecer llegó algo trastocado) que los educó con la sensibilidad de un diplodocus. Era de esas personas que estaba con la tensión acumulada de un arco y estallaba en explosiones de cólera en la que algunas veces alguien acababa herido. Hubiera querido que alguno de sus hijos fuera marine como él. Se refugiaron, sin embargo, en el mundo de los cómics. Montaron a una edad muy temprana una especie de empresa en la que todos los papeles estaban asignados por Charles, el mayor. Hacía dibujar todo el tiempo a Robert y después vendía las tiras por el vecindario. A Max, el pequeño, le asignaron el papel de repartidor. Las hermanas hacían de secretarias, contables, etc. Cada uno interactuaba en las viñetas del otro introduciendo sus propios personajes e historias. Pero pasaron los años y recordaron cosas en la película de cuando eran niños. Y quizá no debieron hacerlo. Sobre todo Charles.
  Trazos:
  Charles: 
Charles, casi cincuentón, vivía aislado en su casa, sin salir nunca a la calle y rodeado de gatos, de libros y de su madre. Con manifiesta falta de higiene y desdentado. De gran talento. Disponía de libros escritos con la letra m. Emes minúsculas dispuestas en palabras de una, dos, tres o más sílabas. Páginas y páginas escritas así, peor aún que el loco de El Resplandor de Stephen King. De niño fue el niño extraño con el que mejor se metían los matones. Con algunos intentos de suicidio a sus espaldas; la vez más grave se tomó un bote de abrillantador de muebles y un frasco de pastillas. Pero en el último momento se arrepintió y avisó a su madre de que lo llevara al hospital para un lavado de estómago. Confiesa que debido a la medicación no tenía erecciones. Las pastillas le ayudaban a vivir. Cuando Robert le animaba a salir y ver mujeres por la calle decía no que no estaba seguro de querer que volvieran los deseos. No tenía nada interesante por lo que salir. Solo se dedicaba a releer libros y a no dejarse morir.
  Un año después del rodaje, que duró varios meses, en el 93, se suicidó en Philadelphia. Con la edad perfecta de los suicidas: 50 años.  Yo creo que nunca llevó bien el éxito de su hermano Robert quien confesó en una ocasión que solo con el éxito y el dinero empezó a tener trato con las mujeres. Rechazó hacer una portada nada menos que para los Rolling.




  Max:
  El pequeño. Ascético e introvertido. Cada día se sienta en una alfombra de pinchos al estilo faquir y comienza a  comer una larga cinta de tela. Empieza por un extremo hasta que al cabo de los días aparece por el otro extremo. Luego tira de ella. Dice que le hace bien. Dibuja y pinta fabulosamente. Vive en la actualidad en San Francisco.
  Robert tiene un hijo, actualmente artista casado con una enfermera.
  La hija de Robert Crumb vive con ellos en Francia.
Robert está vivo en la actualidad como lo demuestra su dibujo en homenaje a Charlie Hebdo.

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