Este libro es un libro gordo. Uno,
irremediablemente comienza los libros gordos con cierta aprensión. Uno piensa
que se va a casar con un libro mientras lo lea y que eso puede suponer mucho
tiempo. Pero pasa con los libros gordos y no tan gordos de Bryson que se leen
sin que uno se fije nunca en el conteo de las hojas. Todas las cosas que cuenta
este autor norteamericano trasplantado a Inglaterra durante dos décadas y con
cara de profesor encantador, son cosas amenas y divertidas, y uno sabe que va a
tener un matrimonio feliz de principio a fin.
El libro es una historia de la vida privada.
Un día se plantó en una antigua casa de Nordfolk y quiso saber el origen y la
historia de cada objeto y de cada estancia para hacernos sentir, los habitantes
contemporáneos de este planeta, lo afortunados que somos de vivir precisamente
ahora. Porque, siempre lo he dicho, si hubiera vivido en otra época, casi
seguro que ya estaría muerto. ¿Haber llegado a mi edad sin antibióticos? ¿Sin
anestesia? ¿Sin wáter? ¿Sin bidet? Imposible, me habría muerto.
Muchas veces damos por sentado cosas de las
que ignoramos casi todo. Algunas veces nos molestamos en coger un diccionario o
un google y nos ponemos a buscar el origen o significado de algo. Bryson lo
hace con todo. Quiere saber por qué un tenedor tiene las puntas que tiene,
quién inventó la trampa para ratones y cómo, cómo se inventó el primer wáter y
cómo de apestosos fueron los primeros intentos, cómo se fabricó la primera
bombilla, etcétera etcétera, etcétera. No importa cuán prolijo, sea, siempre
resultará interesante.
Lástima que no haya más traducciones de sus
libros de viajes. El de Australia me gustó mucho, mucho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario