lunes, 12 de mayo de 2014

Cumpleaños. Dejar de fumar. Juan Formel. El libro de un amigo.


Otro cumpleaños. Siempre he querido ser mayor de lo que era: de niño ser adolescente, de joven ser adulto, de adulto ser más adulto en independiente. Pero hay que tener cuidado con lo que se desea porque se acaba consiguiendo. Y más hablando del paso del tiempo. Ahora quiero echar para atrás pero las leyes de la vida lo impiden. Acabo de leer en el libro que leo estos días que si a los cincuenta no tienes algún achaque es que estás muerto. Bueno, ya he pasado esa frontera y de momento, como la canción de los Van Van, me mantengo. Por cierto, triste la noticia de la muerte reciente de Juan Fromel. El fundador y líder del grupo.
  Doce años sin fumar. Haciendo un cálculo generoso me he ahorrado unos trece mil euros. Y quizá trece mil toses, o trece mil días de vida. Quién sabe. En cualquier caso, una de las mejores cosas que he hecho en la vida.
  Terminado de leer el libro de un amigo. Es una autoedición de esas en las que el autor corre con los gastos y en los que la editorial te “obsequia” con un par de cajas de ejemplares. Luego ha de ir regalando o vendiendo entre familia, amigos y conocidos como si fuera la lotería de navidad del colegio de los niños. El libro trata sobre un halcón que cruza el paisaje de Asturias y lo cuenta. En principio no tengo nada en contra de que el personaje sea una animal. Yo mismo hice una vez un cuento cuyo protagonista era una rata de biblioteca. Con esa excusa se hablaba de libros pero era tan malo que se perdió solo en algún traslado; hizo bien. Lo hicieron muy bien antes, Esopo, La Fontaine, Samaniego y más recientemente Javier Tomeo en su libro “Bestiario”. La pega viene cuando uno sabe que no puede esperar a que un pájaro se relacione con los lugareños o se tome una sidriña o tenga una aventura sensual con una moza.  Para mí, si un protagonista ha de ser animal tiene que ser solo en una fábula porque es para imitar el comportamiento del ser humano. Pero un halcón que sólo es un halcón que habla es más bien un dron que vuela encima de un google map.  Y el lenguaje. Ya que hacemos hablar a un pájaro que al menos tenga un estilo elevado. Y no es el caso a mi entender. Más bien parece un pájaro que ha imitado a los competidores de rap: “Para despertar aún más mis sentidos me alejo de la tierra, me adentro en el mar, juego con el oleaje, las mareas, un carguero en la línea allá al final, un barco pesquero dando bandazos, con gaviotas alrededor, el sol subiendo, mirándose en el mar. De repente un ruido ensordecedor perturba el momento y el lugar, un avión cruza de este a oeste a gran velocidad, según mi hermano Alonso, el halcón peregrino indio o shasheen, es el símbolo militar de la Fuerza Aérea de Pakistán, debido a su velocidad solo sé que el avión es militar. Se desvanece el ruido, el que queda ya es local”. En fin, puro rap. Y para terminar el capítulo: “…Desperté cuando enfrente tenía un poste de la luz, y no era de madera sino de hormigón: un reflejo en el último momento me libro (sic) de un gran chuletón”.

2 comentarios:

Juan Herrezuelo dijo...

Mayor no quise hacerme nunca, es la verdad, y ahora que la costa de los cincuenta empieza a perfilarse entre la niebla -¡decrepitud a la vista!-, sigo sin explicarme cómo ha sucedido tan pronto. Suscribo lo del tabaco, y ya va para dos años. En cuanto a la personificación de los animales en la literatura, estoy leyendo "El maestro y Margarita", de Mijaíl Bulgákov, donde el diablo se hace acompañar en su visita a Moscú por un enorme gato que camina sobre su patas traseras, paga en los tranvías y se dirige a los espectadores de un teatro de muy malos modos. Este del libro que lees un halcón muy Juan Salvador, parece. Está bien que el autor lo haya dejado autovolar. Al final acabará por verse obligado a multiplicarse en todo el proceso: escribir-editar-distribuir-vender-criticar-comprar-pegar tejuelo de biblioteca-prestar a los socios-leer-y recomendar a un amigo.

Hermi dijo...

Gracias por pasarte Juan. Acabo de cumplir 52 y la verdad es que me cuentro muy bien físicamente. Claro, con el sacrificio, y el gusto, de hacer deporte casi a diario. Fumar no lo echo de menos; me he convertido en un tirano antitabaco en el que hasta mis hermanos deben abandonar la casa en pleno invierno para dar sus viciosas caladas. El Maestro y la margarita me resultó muy curiosa. Otra forma brillante, como ha sucedido en tantos sitios, de saltarse la censura.
Un abrazo.