miércoles, 23 de abril de 2014

NIETZSCHE. RÜDIGER SAFRANSKI.


  Después de haber leído infinidad de citas y pensamientos del célebre filósofo alemán, quería leer un libro que ahondara en su vida y en su obra, y creo que éste es una buena elección.
  Las conclusiones a las que llega muchas veces una persona tan…, sabia, son a veces difíciles de tragar, y no porque sean o parezcan mentira sino porque son amargas. Cosas de las que uno sospecha son expuestas aquí sin ningún pudor: Dogmas y ceremonias que sirven para: “El fondo de entero de tradiciones religiosas, que sólo sobrevive en tanto es sustentado por costumbres y protegido por el poder estatal”.
“Si quieres conseguir quietud de alma y dicha, cree; si quieres ser un discípulo de la verdad, investiga”.
  “El espíritu que vive en el hombre no es sino una función del cerebro… Los pensamientos se comportan con el cerebro como la bilis con el hígado, o la orina con los riñones”. Y Hermann Lotze añadía que dichos pensamientos estaban poco “filtrados”.
  En un día cualquiera de abril, mientras leía este libro, apareció en la prensa la creación de vida artificial de un equipo de científicos liderados por un español. Y es que estamos en el camino de conocer qué es esto: “Si averiguamos cómo está hecho todo, estamos en condiciones de imitarlo”.
Al contrario que los animales, el hombre busca placer siempre. Pero el hombre, en busca de estímulos cada vez más intensos, se aburre. Por eso inventa juegos y formas artísticas de pasar el tiempo: pintura, música (“el mundo no tendría sentido sin ella”), literatura…, por eso “La huida del aburrimiento es la madre de las artes”.
“Es un pensamiento terrible saber que un sinnúmero de cabezas mediocres se ocupan de cosas realmente influyentes”.
En el libro se recuerda la pregunta que le hiciera el rey Midas al sabio Sileno acerca de qué es lo mejor para el hombre. Esta es la respuesta del sabio:
“¡Miserable raza efímera, hijos de la casualidad y de la fatiga! ¿Por qué me fuerzas a revelar lo que sería más ventajoso para ti si quedara sin decir? Lo mejor para ti es imposible de conseguir: no haber nacido, no ser, ser nada. Y en segundo lugar lo mejor para ti es morir pronto”.
Paul Rée: “Tengo que filosofar, y cuando ya no tenga materia para hacerlo, lo mejor para mí  será morir”.
  Y como nada más terminar un libro comienzo otro “En casa” de Bill Bryson, (nunca decae el apetito) hay un personaje que coinciden en ambos: Thomas Carlyle.  En el libro de Bryson se dice que el historiador disponía para él y su mujer de una criada que trabajaba incontables horas por una miseria de salario. Pero, claro, eran otros tiempos. Y coincide con un hecho clave en la historia de la humanidad: solo las sociedades basadas en la esclavitud, alcanzaron grandes metas. Es triste pero así es.
  “Has de saber que este universo es lo que pretende ser: un mundo infinito: nunca intentes tragarlo confiado en tu fuerza de digestión lógica; más bien has de estar agradecido si tú, hundiendo con habilidad este o aquel poste firme en el caos, impides que este te trague”. Thomas Carlyle.
  Nietzsche acabó encerrado en un manicomio abrazando el cuello de un caballo o de un unicornio. Está claro que le falló la sujeción y se lo tragó el universo.

domingo, 20 de abril de 2014

16_19 de abril de 2014.

  He estado unos días fuera en una playa de Alicante. Una zona, la alicantina, que como en tantas otras, la gente es muy dada a ponerse en filas o formaciones más o menos ordenadas detrás de imágenes más o menos artísticas, a golpes de tambores, cornetas y cantos quejumbrosos. Imagen tenebrosa y terrorífica. Como dice Montano en su página, ya he pasado de denostarla, a la Semana Santa, a ignorarla, simplemente. Me tomo estos días como un tiempo de descanso, de disfrute y de lectura. Y creo que con esta postura, además de ser la más cómoda,  que es lo que busco, es la más anti iglesia que pueda hacerse. Las procesiones de ateos o los que cada año se lamentan de ella en la prensa, como Javier Marías,  es otra forma de hacerle el juego.
  Lo más jugoso de estos días ha sido la lectura de “En casa”, de Bill Bryson, los paseos y carreras por el paseo marítimo, los deliciosos y reposados desayunos en la plaza, las cervezas en los bares viendo el mar y la pareja de la habitación vecina que cada mañana hací_an el am_or de forma entregada y un poco escandalosa mientras hacía mis abluciones. Qué manera de quejarse. Eso sí que eran quejíos sinceros (ojo, que no digo que los otros no lo sean). En la última mañana estuve a punto de marcarles el ritmo con las palmas, pero me lo desaconsejaron. Este tipo de contaminación acústica nunca me ha molestado y me ha servido para amenizar las cenas con amigos. La que más, aquella casa rural en la que dos señoras se disputaban los favores de un señor, a dos palmos de la cabecera donde dormía. Donde intentaba dormir. Tremendo.
  Se ha muerto García Márquez. Según mi base de datos he leído doce libros de García Márquez. Fue una pasión lectora en una época de mi vida y puedo decir que tuve suerte porque creo que yo sí leí sus libros en una edad adecuada. Leí Cien años de soledad en el 84, yo tenía 22 y me deslumbró. Pude penetrar en su magia y vivir durante un montón de días en una historia que parecía mentira pero que estaba tan bien escrita que hacía que todo pareciera verdad. Al año siguiente se publicó El amor en los tiempos del cólera y compré la primera edición, todavía calentita de la imprenta. Y ya fui fiel lector hasta que se fueron acabando muchos de los títulos. Algunos permanecen en la zona gris de la memoria, otros la estarán siempre alumbrando como el brillo de la navaja que esperaba bajo la luna hundirse en el cuerpo de Santiado Nasar en la Crónica de una muerte anunciada.
  Y, ahora que tomo entre mis manos su autobiografía, Vivir para contarla, veo que no tiene ni un subrayado. Eso me pasa con los libros que no me han gustado nada o con los libros que me han gustado mucho. Éste es, obviamente, de los últimos.

sábado, 12 de abril de 2014

EMMANNUEL CARRÈRE. LIMÓNOV.


    Pasa algunas veces en la vida. Tienes que ponerte de un bando o de otro. Cuando fuimos a Lanzarote nos dijeron: cuando te vas de la isla o la amas o la odias. También se dice de personajes famosos y poderosos: Merkel, Putin, Rajoy, etc. Bien es verdad que uno no comprende cómo se puede amar a esos personajes que no son de carne y hueso y no comprendo cómo no se puede amar a esa isla encantadora que es como un infierno idílico y benévolo. Leyendo la espectacular vida de este disidente extraño a uno no le ocurre nada de esto; lo que le ocurre es que lo admira, lo odia y lo ama; todo al mismo tiempo.
  Dos o tres veces tuve entre mis manos este libro hasta que me decidí a comprarlo. Las dos o tres veces leí el comienzo de la contraportada: “Limónov no es un personaje de ficción. Existe y yo lo conozco”. Y me atrapó y no me equivoqué en la intuición. Nació el protagonista en el año 1943 y fue pronto un joven poeta disidente. Se marchó a Nueva York con una modelo y después de codearse con gente famosa y rica pasó calamidades económicas: “Está bien, está bien, así se debe empezar. Hay que luchar y pasar hambre cuando eres joven, de lo contrario no llegas a nada”.  Comenzó a escribir libros autobiográficos en Hyde Park. Libros sinceros, duros, rompedores, escandalosos. Pero se tuvo que seguir ganando la vida de maneras extrañas, como mayordomo de un millonario.
  Carrère hace una novela de esas que se pusieron de moda hace ya algunos años: mete mucho de biografía y realidad. Por supuesto que el personaje existe, ahora se puede ver en internet. Se le ve en distintas fases de su vida: jovencísimo, medio punki, medio desnudo al lado de una mujer desnuda, agitando a las masas en contra de Putin, etc. Y esta clase de libros son los que más me interesan. Cada vez me cuesta más meterme en una obra de ficción sin más. Me da igual la trama que proponga un escritor para desentrañar quién ha sido el asesino de alguien: cada vez me da más igual. Esto es distinto.
  Se habla mucho de la Unión Soviética y de su derrumbamiento. A él le dolió mucho que todo se viniera abajo: “Fue la liberación de la historia lo que provocó el derrumbamiento de los regímenes comunistas de la Europa del Este. Desde el día que se conoció el protocolo secreto Ribbentrop-Mólotov, por el cual la Alemania nazi cedió en 1939 a la URSS, como regalo secreto, los Estados bálticos, éstos disponían de un argumento irrefutable para reclamar su independencia”.
  Se ve que el escritor admira a su biografiado. A pesar de que uno se entera de que ha seducido a niñas, que ha justificado violencias injustificables, que ha disparado contra Sarajevo en la guerra, que se puso del lado de los que nadie estaba, los serbios. Y ocurre lo que ocurre tantas veces: cuando se conoce en persona a quien crees que es un ser muy especial suele ocurrir que te decepciona. Ha pasado muchas veces. Le está entrevistando: “Eduard se mira sus anillos, se atusa la perilla de mosquetero: ya no es veinte años después, es el vizconde de Bragelonne. He agotado mis preguntas y a él no se le ocurre hacerme ninguna…”, “-Es extraño, de todos modos. ¿por qué quiere escribir un libro sobre mí? Me pilla desprevenido pero le respondo sinceramente: porque tiene –o ha tenido, ya no me acuerdo del tiempo de verbo que empleé- una vida apasionante. Una vida novelesca, peligrosa, una vida que ha arrostrado el riesgo de participar en la historia. Y entonces él dice algo que me deja de una pieza. Con su risita seca, sin mirarme: -Sí, una vida de mierda”.
  Una vida que, pasada por la maestría de un buen escritor, se convierte sencillamente en una obra de arte.


martes, 1 de abril de 2014

MIS MEJORES PÁGINAS. JULIO CAMBA.



  La reciente publicación en la editorial Pepitas de Calabaza de esta selección de los mejores artículos del gran Camba ha hecho que rebusque en las caóticas baldas de mi biblioteca para encontrar mi edición del 69 y releerlo. Un libro que no sé como acabó en mi casa; sí sé que yo no lo compré.
  Si hubiera que coger con pinzas a este país para airearlo un poco, sacudirlo de polvo rancio y gastado, una pinza sería Pla y la otra Camba; escritores ingeniosos, mordaces, irónicos y socarrones para cada manera geográfica, cómicos.
  Una característica que he encontrado en ambos es que pueden escribir una frase absurda o exagerada, o las dos cosas a la vez, y quedar bien. Dice Camba: “las inglesas feas no tienen más que cuatro articulaciones: dos para mover las piernas y otras dos para mover los brazos”. Es una exageración pero nos podemos hacer una idea cabal. Dice Pla: “La sensualidad, en la juventud, es un asunto inhumano, insoluble, de un aspecto indescriptiblemente grotesco”. Es insostenible, pero queda bien y hace pensar.
 
  El índice de artículos se divide en varias secciones: la primera se refiere a su pueblo natal “no hay nada en los pueblos que me aflija tanto como las escuelas. Yo tengo de la escuela el recuerdo de un lugar de tortura adonde me enviaban mis padres para castigarme”, la segunda tiene que ver con sus estancias en Londres y a los ingleses ¡qué importante era la comida para este hombre!, la tercera a los franceses (todos los franceses tienen el bigote manchado de salsa), y así para alemanes “Yo recuerdo el caso de un amigo mío que quería batirse a todo trance diciéndome ´No tengo más remedio. Mi honor está manchado´ Y yo le miraba y me decía: Pero, ¿qué le importará una mancha en el honor a este hombre que tiene tantas en el traje?´”, suizos, yanquis, italianos, portugueses; el parón por la guerra, años después de vuelta en varios de estos países; España en el regreso: “-¿Por qué están tan enfadados estos hombres tan pequeños? –me preguntaba un extranjero que ha sido compañero mío de viaje”; gastronomía (esta frase que sigue la podría haber firmado Pla sin darse cuenta, cambiando la región): “Galicia es una tierra de sardinas y de políticos. Las sardinas nacen unas de otras, y los políticos también. Para ser un político gallego (o catalán añado yo), lo primero que se necesita es ser pariente de otro político gallego…”, la república, pequeños ensayos “Un idioma que estuviese obligado a ajustarse a la Gramática sería algo así como una Naturaleza que estuviese obligada a ajustarse a la Historia Natural” y últimos artículos “El adjetivo está de capa caída. Sí, señores”.
  Un librito que se lee como si uno se llevara a la mesa de una elegante cafetería un periódico inspirado y de prestigio, le sirvieran a continuación un buen desayuno y tuviera, para el completo deleite, toda la mañana por delante.