miércoles, 31 de julio de 2013

Clyde Bruckman





Clyde Bruckman fue un escritor y guionista norteamericano que colaboró con Buster Keaton. El gran éxito le vino acompañado de “El maquinista de la general”. En los comienzos del cine sonoro siguió colaborando con diferentes directores de cine cómico. Hasta que Harold Lloyd lo demandó porque decía que utilizaba los gags de sus películas de cine mudo en las actuales. Bruckman perdió el litigio.
 Con la llegada de la televisión siguió colaborando y dirigiendo. Por ejemplo una serie de éxito con Abbott y Costello. Pero Lloyd le volvería a denunciar por plagio y volvió a perder. Y lo que es peor, Columbia dejó de confiar en él y le cortó el crédito.
  Volvió desesperadamente a relacionarse con Keaton. Le pidió prestado un revolver con la excusa de hacer ejercicios de tiro pero lo utilizó para otra cosa. En un restaurante de Santa Mónica se pegó un tiro en la cabeza. Era el año 55. Tenía 61 años.

miércoles, 24 de julio de 2013

GERALD BRENAN, EL CASTILLO INTERIOR. BIOGRAFÍA. JONATHAN GATHORNE-HARDY.





 Recuerdo perfectamente la primera vez que vi este libro en las librerías. Su precio, 36 euros, me echó para atrás. Me apetecía porque había leído algunas cosas relacionadas con él en los periódicos, había visto la estupenda película de Fernando Colomo y leído Al Sur de Granada. Había donado su cuerpo a la ciencia y había permanecido durante catorce años en la facultad de medicina de Málaga hasta el año 2001, se hicieron al respecto varios reportajes en periódicos y revistas. Sin embargo, de manera increíble, lo vi en la última feria del libro antiguo y de ocasión por menos de la mitad del precio. El libro es el prototipo de lo que es un libro de biografía anglosajona: se pretende contarlo todo con rigor y amenidad. Está muy bien escrito a pesar de que a veces, en un mismo párrafo, se hable de las siguientes cosas: de comprar una bicicleta, de un accidente con la misma, del ejército de Hitler, de que nevaba, del correo, de donar sangre, de la gata, de que la mató un perro.  Pero es de todas formas una lectura adictiva para alguien al que le guste el mundo de los libros, el de los viajes o el del mundo interior, el Castillo, las mujeres de su vida, la historia de España que hubo de vivir.  Está basado, aparte de en su obra autobiográfica, en los diarios y en las cartas que a lo largo de su vida mantuvo con numerosas personalidades de la cultura.

  Murió muy anciano aunque alguna vez sopesó la idea del suicidio: llevaba siempre a mano una píldora de cianuro como las que llevaban los nazis para ingerirlas en caso de ser detenidos. Solo se me ocurre un par de cosas por las que se aferró a la vida hasta el final: el amor y los libros. Sólo cuando se dio cuenta que le fallaban esos pilares, solo y medio ciego, se dejó morir.

  Es de las mejores biografías que he leído y me ha dado un hambre tremenda para leer su “Memoria Personal” y “Una vida propia”. También, por qué no, El Laberinto español. 
  Una cosa de la que me he acordado ahora y que transcribo es la desolación que me produjo leer que para Gerald su vida le había parecido desaprovechada. Un hombre que ha amado a mujeres hermosas, que ha viajado a un sin fin de países, que ha escrito libros postreros.

sábado, 13 de julio de 2013

LA SERPIENTE SIN OJOS. WILLIAM OSPINA.



  Antes de hablar de este libro de amor y de selvas impenetrables en la época de los conquistadores voy a contar un sueño que me aconteció hace algunas noches: me encontraba en una parada de autobús o de tren, en una atmósfera tenebrosa, como casi todos los sueños. Estaba medio desnudo y por ello me sentía inseguro. Unos hombres me miraban con cara de reproche. Llegó el tren y todos subieron rápidamente para que arrancara sin mí. Salí corriendo y pude asirme al saliente de una puerta. La forcé y pude entrar. Pero dentro apenas había espacio. Había una capa de arbustos demasiado tupida para poder traspasarla. Creí entender que era una prueba psicológica que se ofrecía a los que osaban entrar en el tren. Había insectos: cucarachas,  arañas, escarabajos, que recorrían mi cuerpo. Uno de ellos se detuvo en mi muñeca. Me mordía con rabia, al ritmo de los latidos de mi corazón. Entonces desperté angustiado. Mi reloj de pulsera se había subido y me estaba cortando la circulación de la sangre, apoyando mi teoría de que en muchas ocasiones aparecen elementos en los sueños que nos avisan de peligros auténticos de la vida real.
  Quizá a Pedro de Ursúa, el protagonista real de esta novela, ningún elemento en su sueño pudo despertarlo de la agonía terrible que estaba a punto de sufrir. Sus capitanes, al amanecer del día 1 de enero de 1561 lo ensartaron con floretes, espadas y sables y todos lo hicieron por unos u otros motivos: por odio, por envidia, por rencor, por ambición, por justicia.  
  Pedro Ursúa fue un conquistador navarro cuyo mayor mérito fue fundar la ciudad de Pamplona en tierras de Colombia. También por acometer en varias ocasiones la travesía incierta de varios de los más importantes ríos americanos. La determinación de hacer la travesía del río Marañón con su amante, Inés de Atienza fue la que posiblemente provocara la reacción violenta de sus hombres encabezados por el loco Lope de Aguirre quien después se mostró en rebeldía contra el Rey de España.
  Este libro es el último de la trilogía del escritor colombiano. He disfrutado mucho con su lectura y conocido a personajes históricos fascinantes. He aquí unos cuantos:
Obispo Pedro La Gasca.  Inés de Atienza, Pedro de Arcos, Gonzalo Pizarro, Blasco Núñez de Vela, etc.
  El propio Ospina dice de esta trilogía: “Con los años he aprendido que Ursúa es un libro de guerras y El País de la Canela un libro de viajes (para mí el más entretenido y logrado). Pero a medida que avanzaba en La serpiente sin ojos fui comprendiendo que era, ante todo, una historia de amor”.

martes, 9 de julio de 2013

EL BLOCAO. JOSÉ DÍAZ FERNÁNDEZ.




El Blocao, Novela de guerra marroquí, me ha sorprendido de diferentes maneras, todas ellas gratamente. Después de haber leído algunos libros sobre el Desastre (Abd el-krim y la Guerra del Rif, del periodista estadounidense  David S. Woolman; el de Leguineche, Annual 1921; Historia Secreta de Annual de Juan Pando; Imán de Ramón J. Sénder; Melilla, Apuntes de Historia militar de Severiano Gil Ruiz, etc, además de decenas de artículos) ya tenía varias referencias de esta novela. Pero yo pensaba que iba a ser una recreación más o menos realista de las durísimas condiciones de vida que tuvieron que vivir aquellos pobres soldados en tierras calcinadas por el sol y la pobreza. Y ciertamente es así, se describe sobre todo el aburrimiento, porque en la guerra casi lo peor es la espera, el denso aburrimiento. El escritor los llama “cadáveres verticales”. Pero también es un retrato de la lujuria, de la falta desesperada de una generación de jóvenes que se vieron privados del contacto con una mujer durante meses o años.  Y para demostrarlo el , para mí, mejor capítulo de todos: el último: Convoy de amor. La guapa mujer de un teniente se presenta a su coronel con la esperanza de que le lleven a ver a su marido. No le valen las explicaciones sobre el gran peligro y las incomodidades que habrá de pasar hasta el blocao. Pero ella está decidida y el coronel encarga su escolta a un cabo y varios soldados. No cuento más pero es un gran error llevar a mujeres atractivas en expediciones formadas por hombres “sedientos”. Que se lo pregunten al protagonista de El extranjero, quien en la cárcel se lamenta sobre todo de la falta de contacto con una mujer. O a Pedro de Ursúa, protagonista de la novela que leo estos días: quiso llevarse a su querida Inés de Atienza en contra de todos los consejos y la cosa acabó peor que mal.
  Inolvidable El Blocao.

viernes, 5 de julio de 2013

LOS DESTERRADOS. HORACIO QUIROGA.




  En las dos últimas sentencias del decálogo del perfecto cuentista Quiroga dice:
IX
  No escribas bajo el imperio de la emoción. Déjala morir, y evócala luego. Si eres capaz entonces de revivirla tal cual fue, has llegado en arte a la mitad del camino
X
No pienses en tus amigos al escribir, ni en la impresión que hará tu historia. Cuenta como si tu relato no tuviera interés más que para el pequeño ambiente de tus personajes, de los que pudiste haber sido uno. No de otro modo se obtiene la vida del cuento.
   En los cuentos contenidos en este volumen, de madurez, Quiroga lo aplica a rajatabla. Hay un cuento que ya había leído antes: El Hombre muerto. Un trabajador se cae de un poste y al impactar en el suelo nota que el machete que llevaba se lo ha clavado en el costado. Es una escena llena de horror y sin embargo todo en sí se encuentra contenido.
  En otro cuyo título es Van-Houten hay un párrafo que bien pudiera ser el estilo que se ha empleado desde entonces hasta la actualidad, véase William Ospina del que estos días leo su última novela “La serpiente sin ojos”. “A tal hora de una noche lóbrega, el Alto Paraná, su bosque y su río son una sola mancha de tinta donde nada se ve. El remero se orienta por el pulso de la corriente en las palas; por la mayor densidad de las tinieblas al abordar las costas; por el cambio de temperatura del ambiente; por los remolinos y remansos; por una serie, en fin, de indicios casi indefinibles”.
  En definitiva, estos cuentos están cosidos por ser de frontera, Misiones, donde los personajes son pintorescos y muchas veces extraviados, y faltos de cualquier brizna de esperanza. Recordar que hace un par de años hablé de él por ser una de las biografías de suicidas más determinada: “Se suicidó su padre de un disparo de escopeta –pudo ser un accidente-, su padrastro, a quien estimaba mucho; su mujer, sus amigos Leopoldo Lugones y Alfonsina Storni, dos de sus hijos. Para colmo de males, mató a su mejor amigo de un disparo accidental”.