Antes de hablar
de este libro de amor y de selvas impenetrables en la época de los
conquistadores voy a contar un sueño que me aconteció hace algunas noches: me
encontraba en una parada de autobús o de tren, en una atmósfera tenebrosa, como
casi todos los sueños. Estaba medio desnudo y por ello me sentía inseguro. Unos
hombres me miraban con cara de reproche. Llegó el tren y todos subieron
rápidamente para que arrancara sin mí. Salí corriendo y pude asirme al saliente
de una puerta. La forcé y pude entrar. Pero dentro apenas había espacio. Había
una capa de arbustos demasiado tupida para poder traspasarla. Creí entender que
era una prueba psicológica que se ofrecía a los que osaban entrar en el tren.
Había insectos: cucarachas, arañas,
escarabajos, que recorrían mi cuerpo. Uno de ellos se detuvo en mi muñeca. Me
mordía con rabia, al ritmo de los latidos de mi corazón. Entonces desperté
angustiado. Mi reloj de pulsera se había subido y me estaba cortando la
circulación de la sangre, apoyando mi teoría de que en muchas ocasiones
aparecen elementos en los sueños que nos avisan de peligros auténticos de la
vida real.
Quizá a Pedro de
Ursúa, el protagonista real de esta novela, ningún elemento en su sueño pudo
despertarlo de la agonía terrible que estaba a punto de sufrir. Sus capitanes, al amanecer del día 1 de enero de 1561
lo ensartaron con floretes, espadas y sables y todos lo hicieron por unos u
otros motivos: por odio, por envidia, por rencor, por ambición, por justicia.
Pedro Ursúa fue un conquistador navarro cuyo
mayor mérito fue fundar la ciudad de Pamplona en tierras de Colombia. También por
acometer en varias ocasiones la travesía incierta de varios de los más
importantes ríos americanos. La determinación de hacer la travesía del río Marañón con su
amante, Inés de Atienza fue la que posiblemente provocara la reacción violenta
de sus hombres encabezados por el loco Lope de Aguirre quien después se mostró
en rebeldía contra el Rey de España.
Este libro es el
último de la trilogía del escritor colombiano. He disfrutado mucho con su
lectura y conocido a personajes históricos fascinantes. He aquí unos cuantos:
Obispo Pedro La Gasca. Inés de Atienza, Pedro de Arcos, Gonzalo Pizarro,
Blasco Núñez de Vela, etc.
El propio Ospina
dice de esta trilogía: “Con los años he aprendido que Ursúa es un libro de
guerras y El País de la Canela un libro de viajes (para mí el más entretenido y
logrado). Pero a medida que avanzaba en La serpiente sin ojos fui comprendiendo
que era, ante todo, una historia de amor”.