Si tuviera que elegir una sola palabra para describir a este escritor
estadounidense sería la palabra ameno. Todo lo que cuenta es dulcemente
digerible. En su día, cuando estuviera aprendiendo el oficio, se diría que
eligió la simpatía y la diversión. Al lector se le escapará de seguro alguna
carcajada. Es un libro en el que no se ahonda en ningún aspecto de la historia
pero sin embargo toca muchísimos temas a pesar de tener solo trescientas y pico
páginas. Habla de los ataques de los tiburones, de los enormes cocodrilos, de
la fauna y de la flora especial, de los primeros exploradores, de los
increíbles paisajes, de las distancias inabarcables del “outback”, por supuesto
del pasado penitenciario de los primeros pobladores oficiales. Habla incluso de
quienes de seguro fueron los primeros pobladores europeos en llegar al
continente: los dos delincuentes a quienes abandonó a su suerte el capitán del
Batavia en el año 1629. En la Costa Fatídica, el hermoso libro de Robert Hughes
no se habla de tan increíble historia y sin embargo en éste, en el de Bryson,
se le dedica un estupendo resumen de un par de páginas. En algunos aborígenes
se ha descubierto algún rastro de gen holandés en forma de ojos claros y pelo
color trigo.
Una de las anécdotas más sabrosas, precisamente por
tratarse de un ciclista, ocurrió en un viaje que emprende Bryson a través de la
segunda ruta ferroviaria más larga de la tierra. Casi mil trescientos
kilómetros a través del desierto. En una de las paradas, sin duda porque iba
acompañado de un par de periodistas del país, le dejan subir en la locomotora. Al
frente, ardiendo por el sol, las traviesas se pierden en el infinito. Pregunta
cuándo vendrá la próxima curva. Dentro de trescientos noventa kilómetros, le
contesta el jefe de máquinas. En medio de la nada ven un ciclista solitario. Le
cuenta que es un japonés. “Está chalado”, le matiza. “¿Y no es peligroso? No si
no se aparta de la ruta. Pasan sesenta trenes semanales; en estas condiciones
de calor es seguro que lo socorrerían”.
Es una delicia poder sumergirse de la mano de Bryson en un mundo tan
extraño; más sabiendo que nunca tendremos la oportunidad de visitar tan gran
país-continente, y sobre todo, tan lejano.