sábado, 9 de marzo de 2013

La Hoja Roja. Miguel Delibes.



  Este es el libro que han elegido en el instituto para que los alumnos sepan cómo escribía Delibes. Y como siempre, a mi humilde entender, se equivocan. De todos los libros que he leído del autor vallisoletano éste sea quizá el más aburrido y provinciano. Quizá el mejor acierto sea el título y la imagen que se proyecta en el lector: “La hoja roja es esa llamada prudente que recuerda al fumador el próximo fin de su librillo de papel”. Don Eloy se acaba de jubilar como encargado de limpieza de su Ayuntamiento. En el libro se habla de su mujer, desaparecida. De la desaparición de sus hijos: uno muerto trágicamente en la Guerra y el otro ausente. Tan solo pasa la soledad de sus días con la Desi, una empleada de hogar de veinte años. La Desi se palmea los muslos infinidad de veces durante la novela, riendo.  Tantas que llega a cansar. Está medio enrollada con el Picaza, un pueblerino de mal carácter y cejijunto que al final se busca la ruina. Don Eloy la enseña a leer. Hablan de cosas que a ella, que casi nunca ha salido del pueblo, le cuesta creer.
  En definitiva, si tuviera que recomendar a chicos de diecisiete años cómo adentrarse en la obra de Delibes hubiera elegido otras obras más emocionantes. Por ejemplo la última que escribió: El Hereje. O El Camino, con escenas verdaderamente entrañables o incluso Señora de Rojo sobre fondo gris, para mí una de las mejores.

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