lunes, 14 de enero de 2013

AYER NO MÁS. Andrés Trapiello

La Fonfría



  Sí, otra novela sobre la Guerra Civil. Pero esta tiene el propósito de hablar de los crímenes que se cometieron en los dos bandos. También es un libro de ficción porque en el mismo se analiza la imposibilidad que tiene la historia para contar la verdad. La verdad no existe. Se dice que la primera víctima de las guerras es la verdad. Me ha gustado mucho porque le da voz a los protagonistas que la vivieron y a las consecuencias del desastre cuyo eco ha llegado hasta nuestros días. José Pestaña es historiador y su padre, octogenario, vive en León. El padre pertenecía a la Falange. Y según parece estuvo inmerso en un crimen perpetrado en La Fonfría. Un padre está intentando pasar hacia el norte con su hijo pequeño. Es interceptado por una patrulla. Allí, delante del niño le pegan un tiro en la cabeza. Lo entierran no se sabe dónde y setenta años después ese niño reconoce a uno de ellos, el padre de Pestaña.
  Le he hecho caso a Antonio Muñoz Molina que decía que cuando uno acaba un libro debe enseguida volver a la primera página para ver cómo comienza, sólo así se da uno cuenta de cómo está hecho, de la estructura. “Los historiadores buscamos la distancia justa, ni muy lejos ni demasiado cerca. Demasiado lejos, y apenas comprendemos; y si nos cercamos mucho, podemos destruir los hechos que estudiamos”.
  “Así que repetí algunas cosas de mis libros: que creo que los principios de la ilustración estaban representados en la República y que los que se sublevaron los hicieron por la civilización cristiana de Occidente y contra esos principios, aunque los conbatieron con la República a menudo no fueran ni demócratas ni ilustrados, ni los que apoyaron a los fascistas dejaron de ser ilustrados, si lo eran de antes, y que muchos lucharon en el lado bueno con las peores razones, y otros en el lado malo con los mejores propósitos”: he aquí uno de los párrafos que para mí explican el libro: un intento, difícil, de demostrar que nunca se puede simplificar un hecho tan complejo como es una guerra civil.
  “Recorremos las distintas edades, la infancia, la pubertad, la juventud, la edad adulta, pero se diría que en cada uno prevalece aquella en la que su padre es joven y fuerte, y el niño un ser feliz y confiado”. Ahora nos creemos, desde la seguridad que nos ofrece el hogar, que la guerra es evitable. Que es una locura de nuestros abuelos. Pero está demostrado que la violencia pervive en todos nosotros de una manera latente. No sabemos en qué lugar nos tocará jugar llegado el caso.
  “Hemos convertido los libros de Historia en una ficción, y ahora hemos de recurrir a la ficción para contar la historia, porque la ficción de una novela puede hacer mucho para acabar con la Historia como ficción”.

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