viernes, 28 de enero de 2011

Encogimiento

A veces, en la tierra sedienta de África caen mantas de agua que hace que todo se inunde. Resurgen flores y plantas que parecían muertas. Renacen larvas que llevaban sepultadas años. La corriente del agua arrastra millones de peces y del interior salen a respirar millones de insectos que atraen a millones de aves. Todo el paisaje hasta el horizonte se vuelve verde, mullido de vida. Los animales acuden de todas partes al festín. Todos chapotean en un prado inmenso de actividad por la supervivencia.

Pero un día, de pronto, la temperatura sube un poco más. El sol abrasa y el agua se va evaporando poco a poco, durante meses. Las zonas húmedas se van empequeñeciendo. Cada vez hay más animales en menos espacio. La poca agua que va quedando está sucia, espesa de barro, peligrosa por los cocodrilos y las fieras que deambulan por las orillas, y aun así cada animal arriesga su vida para poder beber, así es el poder de la sed.

En pocos días todo es un mar de barro casi seco, resquebrajado. Muchos animales se han dado cuenta hace mucho y se han ido. Otros, hundidos, se dejan las últimas energías para salir sin que logren nada más que hundirse un poco más. Unos pocos, los más valientes, se hacen dueños de la charca. Están al acecho de los que se aproximan enloquecidos por la sed, y cuando están en distancia, se los comen.

El mundo, el estado del bienestar, se está encogiendo. Si esto sigue así pronto no quedará más que una charca cuidada por cocodrilos rodeados de guardaespaldas.

3 comentarios:

Jenofonte Perez dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
J. G. dijo...

genial, la foto me asustó

Hermi dijo...

Gracias J.G. por el comentario. Y al anónimo por el no suyo.
Saludos.