Muchas veces se ha dicho que el suicidio es resultado de un impulso irracional. En el caso de este poeta heleno, no fue un impulso sino una determinación.
Cariotakis se lanzó al Mediterráneo con intención de no salir vivo. Pero después de pasar diez horas luchando por ahogarse, la marea lo devolvió sano y salvo a las orillas de Prévesa (Grecia). Era el 20 de julio de 1928. Era, para su desgracia, un experto nadador.
Se fue a su casa, se duchó, desayunó y se fue a dar un paseo. Se compró una pistola. Se sentó a la sombra de un eucalipto y se pegó un tiro en el corazón.
Tenía treinta y dos años y una amante poeta y futura suicida: Maria Poliduri.
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