miércoles, 27 de octubre de 2010

MI TALISMÁN

Hace quince años fuimos a veranear al El Puerto de Santamaría. Todas las mañanas íbamos a recorrer alguna de las magníficas playas de los alrededores para bañarnos, jugar a las palas y disfrutar de la luz y de las olas. La arena estaba tan dura y lisa, la que era lamida por el agua, que parecía de cristal. Jugábamos con palas de madera y pelotas de goma maciza, tan lejos unos de los otro que arreábamos a la bola con todas nuestras fuerzas. Una mañana la orilla apareció llena de lo que parecían ser cacas humanas. Eran cacas de un absoluto color marrón. Al principio pensamos que eran, efectivamente, cacas, y las evitábamos para no mancharnos los pies pero luego vimos que, joder, no podía haberse puesto de acuerdo todo el mundo para cagar en el mismo lugar de la costa. Así es que con mucho reparo me acerqué, cogí una con la punta de los dedos, la más clásica, y noté que estaba dura como una piedra. El que ahora es mi más querido talismán era una piedra volcánica, con sus poritos, su forma y su peana.Siempre que la miro aquí en mi escritorio, me acuerdo de aquél estupendo verano en Cádiz.

2 comentarios:

Chuchuik dijo...

o.o


-.-


^^

jajajajajajajajaja

menudo zurullaco de la suerte!!!
quiero uno!!!

saluditos!

Hermi dijo...

Había miles. Si los hubieras visto todos allí esparcidos, mojados...
Gracias por pasarte.