martes, 2 de noviembre de 2010

RAMÓN SAMPEDRO


Si me dicen antes de escribir esto cuándo murió Ramón Sampedro, diría que hace dos o tres años. Pero... han pasado ya ¡casi 12 años!
Para mí este hombre era un escritor. Seguí con muchísima atención las vicisitudes de su caso. Su guerra contra políticos, contra la jerarquía jurídica y eclesiástica, su impotencia para ejercer la libertad que a casi todos los humanos nos ha sido dada de quitarnos la vida, su búsqueda de unos brazos ajenos que le ayudaran en su decisión...
Aquí tengo encima de la mesa su libro “Cartas desde el Infierno”. Pero la edición antigua, no la que oportunamente reeditaron con ocasión de la película de Amenábar.
Hay dos párrafos que subrayé con ahínco:
1.- ¿QUIÉN DECÍA QUE ERA NECESARIA LA ESPERANZA?
“... lo que deberían de enseñarnos, desde que nacemos, es sentido crítico. Deberían explicarnos la teoría del origen de la vida y la evolución de las especies. Seríamos mejores creyentes. Seríamos más humildes y bastante más humanos. ... Creo que la tapa evolutiva del ser humano como creyente tiene que dar el paso siguiente –ya lo está dando- hacia una razón crítica, pura y científica que supere toda superstición. Entre ellas la del tabú y terror a su mortalidad”.
2.- UN SER HUMANO QUE SE AUTOEXCLUYE
“... Cuando el animal racional (humano) descubrió la forma de dominar a todas las demás especies incluyó en ese mismo dominio a sus propios hijos –el mito de Caín-. Hoy son tantos los hijos expulsados de todos sus paraísos... Tantos son los que sobran para mano de obra barata. Siervos que se han convertido en la plaga de la explosión demográfica, la superpoblación...”
Ramón nació en Xuño (La Coruña) en 1943. Recorrió el mundo en un barco mercante; de mecánico. En unas vacaciones, cuando contaba veinticinco años, se lanzó al mar y se golpeó la cabeza con una roca. Dice que si hubiera sido un animal lo hubieran sacrificado por caridad, pero lo condenaron a cuatro o cinco años de “vida” –ese es el tiempo que le otorgaron los médicos-. Esa “vida-agonía” se prolongó durante casi treinta años. “Cuando te rompes la columna sientes un escalofrío que recorre la espina dorsal y después nada. Y el cuerpo flota. Desde entonces, dice que su tragedia es mirar el mundo desde abajo”.
El 13 de enero de 1998, con ayuda de Ramona Maneiro, sorbió su libertad de cianuro y volvió a aquella playa de donde no debería haber salido.
En el vídeo se ve a un hombre sufriente; atragantado, sorprendido ante la dolorosa llegada de la muerte. Muchos tuvieron la culpa de que así fuera.

No hay comentarios: