martes, 15 de septiembre de 2009

15/09/09



Comiendo un trozo de pollo muerdo un huesecito y me fracturo una muela; otra vez. Es un deterioro lento pero continuo. El trozo es del tamaño de la uña de un meñique y por el lado interior es de color marrón. Todo termina por perder la pureza. Cuando limpio la máquina de afeitar ya no sacudo los pelos duros y negros de la juventud; ahora son del color gris de la ceniza. Al fin y al cabo, un adelanto.
Los pelos. Es curioso. Perdí la mayor parte de los pelos de la cabeza hace años pero sin embargo crecen desmesuradamente en otras partes pelos tan recalcitrantes que a pesar de pegarles tirones atrapándolos con la punta de los dedos, no se sueltan nunca de su raíz. Y si se consigue, arrancarlos, vuelven a nacer y crecer con tanta fuerza que uno va dejándolos por imposible, ya sin paciencia, como tropas de ocupación. Me crecen pelos en las orejas, nariz, cejas, espalda ¡pómulos! ¿Cuándo he tenido yo pelos en los pómulos o en el filo de la oreja? Es increíble.
Una manchita más oscura en la cara, una arruguita que nace un día y no se borra jamás, un pelo que crece y crece en la ceja, el párpado un poco más echado en la pestaña. Una porción de grasa que se gana aquí o se pierde allá... Un trabajo implacable el que hace el escultor del tiempo en las cosas vivas. Todo se muere. Todos hemos de morir. ¿Cómo no voy a estropearme yo si se estropeó el mismísimo Paul Newman? ¿Si acaba de morir Patrick Swayce?
En fin habrá que entretenerse con algo mientras uno se va pudriendo. Uno, como decía Dámaso Alonso, se va pudriendo desde que nace.
He pasado de las trincheras francesas –Chevalier- a las alemanas llevado del brazo por Remarque en “Sin Novedad en el frente”: todas las trincheras se parecen; los piojos, el hambre, el sueño, la enfermedad, el miedo, las mutilaciones, las ratas. Los soldados de los diferentes bandos se parecían más entre sí que entre sus generales. Las ratas eran las odiosas compañeras de los soldados. Se disputaban contra ellos los panes duros.
En una ocasión –cuenta el protagonista de Sin Novedad en el frente- hartos de que se comieran sus alimentos decidieron juntar los trozos roídos en el centro del puesto; luego, al rato, cuando apagaron las luces y oyeron el ajetreo de las ratas encendieron a la vez las linternas y las machacaron con sus palas. Pero siguieron intentándolo, las ratas, hasta que un día desaparecieron. Estaban todas en las alambradas dándose el gran festín.
Las ratas siempre triunfan entre la podredumbre del hombre.

2 comentarios:

Jenofonte Perez dijo...

¿Paul Newman? ¿Patrick Swayce? ¿trincheras? ¿pelos en las orejas?


saluditos

Hermi dijo...

Así es.
saluditos.