miércoles, 13 de mayo de 2009

CESAR PAVESE


En el dietario que es El Oficio de vivir, se menciona a menudo el asunto este del suicidio. Sentía que este mundo no era el suyo.
También se aprecia una añoranza obsesiva por sus años de infancia en el Piamonte donde vuelve una y otra vez en sus escritos.
Parece ser que no tenía ningún éxito con las mujeres y tuvo desencuentros sonados. Se cuenta que estuvo una tarde-noche esperando a una cita que nunca se presentó. Cogió una pulmonía y tres meses la cama. Estuvo a punto de suicidarse, pero falló el tiro. Tampoco tenía el pobre puntería.
Prosiguió sus estudios en filología inglesa y se hizo traductor de Faulkner, Dos Pasos, Melville, Joyce, etc. Tuvo relaciones con una mujer afiliada al partido comunista, y en un registro domiciliario le encontraron documentos que le delataban como tal. Fue encarcelado y exiliado. Vuelve del exilio y comienza a tener éxito con alguno de sus libros.
Conoce a una actriz americana de la que se enamora y cuando están a punto de formalizar la relación, esta viaja a EEUU y se casa con otro.
Me lo puedo imaginar en una tarde, su última tarde, desapacible, en el Hotel Roma, tremendamente solo. Con falta de cariño, llamando a una mujer por teléfono, a una amiga, a otra, y todas dándole largas, unas por unos motivos y otras por otro. La última, según dijo la recepcionista, le soltó que no pensaba ir a verle por ser un cara larga y un aburrido.
Por la noche lo encuentran tumbado en su cama. Pavese se suicida con sobres de somníferos. Lo encontraron echado en la cama, sólo se había quitado los zapatos.
La verdad es que debía estar profundamente abatido. Su última anotación fue: “Basta de palabras. Un gesto. No escribiré más”
Sentía que este mundo no era el suyo... Tenía cuarenta y dos años. Vendrá la muerte y tendrá tus ojos...

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