Este libro lo tengo desde el año 1994 y he querido volver a leerlo. Cuando lo leí (no era mi tiempo de leer este libro) no tenía las suficientes referencias para sacarle partido. Ahora tengo unas pocas más. Por ejemplo: nada más comenzar, el autor del prólogo, el profesor Manuel Delgado Ruiz, es el tertuliano durante años en el programa de Julia Otero. Por cierto magnífico prólogo: erudito pero sin pedantería y con grandes referencias a otros etnólogos y viajeros.
Nada más empezar una afirmación contundente que me recordó el comienzo de la autobiografía de Agassi: “Odio el tenis”. Aquí: “Odio los viajes y los exploradores”. Toda una declaración de intenciones.
El libro es el resumen de toda una vida viajando y explorando, estudiando a otros seres humanos. “Cada hombre lleva en sí un mundo compuesto por todo aquello que ha visto y amado, adonde continuamente regresa, aun cuando recorra y parezca habitar un mundo extraño”: Chateaubriand.
La descripción de uno de los últimos indios habitando las tierras de California: “Descubrieron un día al indio desnudo y casi muerto de hambre a la entrada de un arrabal. Terminó apaciblemente su existencia como portero de la Unoversidad de California”. Fue un cazador, quizá el último gran cazador.
“Generalmente se conciben los viajes como un desplazamiento enel espacio. No basta. Un viaje se inscribe simultáneamente en el espacio, en el tiempo y en la jerarquía social”.
“Desnudas e incapaces de volar, las aves semejan pollos listos para el asador y disfrazados con un pico tanto más grande cuanto que el volumen de su cuerpo se ha reducido a la mitad”. Los indios utilizaban las plumas para su adorno: ángeles naturales decían.
“Ninguna sociedad es perfecta. Todas implican por naturaleza una impureza incompatible con las normas que proclaman y que se traduce concretamente por una cierta dosis de injusticia, de insensibilidad, de crueldad”. “Ninguna sociedad es profundamente buena; pero ninguna sociedad es absolutamente mala”.
“Existía un hombre natural; dentro de ese hombre han introducido un hombre artificial; y en la caverna se lanzó a una guerra continua que durará toda la vida".
“Con el neolítico, el hombre se puso a resguardo del frío y del hambre; conquistó el tiempo disponible para pensar; sin duda, luchó mal contra la enfermedad, pero no es seguro que los progresos de la higiene hayan hecho algo más que proyectar cobre otros mecanismos (grandes hambres y guerras de exterminación) la carga de mantener una medida demográfica a la que las epidemias contribuían de una manera no más espantosa que las otras”. La epidemia y las guerras purificadoras como el fuego.
Este libro fue dado a la publicación en el año 1955. Es verdad que como su nombre indica el autor es judío pero parémonos a pensar qué pensaba un hombre culto del mundo musulmán: “Conozco demasiado bien las razones de ese malestar que sentí frente al islam: en él he vuelto a encontrar el universo del que vengo; el islam es el Occidente de Oriente. Más precisamente aún, tuve que encontrar al islam para medir el peligro que amenaza hoy al pensamiento francés. No perdono a aquél el hecho de presentarme nuestra imagen, de obligarnos a comprobar hasta qué punto Francia se está convirtiendo en musulmana”. Recordemos; 1955.
“Los hombres han hecho tres grandes tentativas religiosas para liberarse de la persecución de los muertos, de la malevolencia del más allá y de las angustias de la magia. Separados por el intervalo aproximado de medio milenio, han concebido sucesivamente el budismo, el cristianismo y el islam; asombra que cada etapa, lejos de marcar un progreso sobre la precedente, muestre más bien un retroceso”.
“La revolución racional es inversa a la de la historia: el islam ha cortado en dos un mundo más civilizado. Lo que le parece actual pertenece a una época ya pretérita, vive en un desplazamiento milenario”.
El libro es una preciosa edición de Círculo de Lectores con papel de gran gramaje y bien cosido. Pocos libros se hacen ya así de bien.

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