
Tercer tomo de la apasionante historia de Mussolini y Europa. Para contarla, creo que ya lo he dicho para los otros dos tomos, el autor emplea diarios, periódicos, notas, partes de guerra, manifiestos.
Comienza en 1938. España se desangra en una guerra entre hermanos que para el dictador italiano es una guerra anti bolchevique. Su ayuda a Franco para ganar la guerra, entiende él, es una de sus más brillantes victorias. Hitler asume que Europa debe quedar bajo su entera influencia. Hace táctica con Rusia para la no intervención sabiendo que tarde o temprano la atacará. Mussolini duda de implicarse poco o mucho. Amantes, ministros, hijos e hijas, amigos y enemigos, dignatarios extranjeros. Todos desfilan por turno en esta saga más que impresionante. Para cada uno una pequeña reseña llena de información. Goebbels: “Hijo de un empleado de fábrica, cojo por deformidad congénita conocida por pie equino, fue rechazado para el servicio militar obligatorio y, por tanto, se doctoró en Literatura con una tesis sobre el romanticismo alemán”.
Ciano, ministro de exteriores de Mussolini y yerno de su hija mayor dice: “no debe temer Francia porque se trata de un pueblo arruinado por el alcohol, la sífilis y el periodismo”. Luego decimos que éste tiene mala fama sólo ahora.
Un párrafo que me ha hecho gracia, por ese humor tan de Óscar Wilde en Marruecos. “Abajo en la plaza había empezado la carrera de asnos. Es el interludio cómico y el público lo disfruta entre risotadas obscenas escandalosas, Las bestias de carga no quieren saber nada de transformarse en corredores: se quedan clavados, dan coces, se alimentan de la hierba de la pista de carreras, y uno incluso se vuelve sobre sus pasos hacia el punto de salida”. Y un subrayado: El fascismo y los problemas de la raza, por supuesto inspirado en la de los alemanes: Manifiesto de los científicos racistas. Si se quiere se puede. Los expertos están dispuestos a lo que haga falta.
Cuántas similitudes entre Hitler y Putin. “Hitler no solo no se detendrá, sino que querrá tomarse la revancha de Versalles (Hundimiento de la URSS) persona a persona, nación a nación”. Sudetes, Crimea. Cesiones, aplazamientos, a ver hasta cuándo.
Un recuerdo para la frase más icónica o de las más icónicas de Churchill: “Os dieron a elegir entre el deshonor y la guerra. Elegísteis el deshonor y ahora tendréis la guerra”. Conferencia de Múnich. 1938.
En política se miente. Se miente todo el rato. En los preliminares de una guerra se miente más. Entre Inglaterra e Italia hay contactos para saber a qué atenerse. No se fían. Parece que Italia no se va a involucrar pero cuando Chamberlain llega a Londres “ordena hacer planes para atacar los primeros para aniquilar la flota italiana, provocar una colosal derrota militar, barrer toda base de consenso con el régimen fascista. En eso consiste el plan inglés ratificado ahora por Neville Chamberlain”: first strake.
Sacado por qué no de Tolstoi: “Cada familia, es bien sabido, tiene su propio, peculiar e infalible para la infelicidad”.
Este domingo me fui al Rastro a, sobre todo, comprar el cuarto tomo. No lo voy a leer aún pero necesito tenerlo ya. Editado el año pasado narra los años fatídicos a partir del año 40. “La hora del destino”.
Comienzo ahora un libro que es un clásico de la antropología y el viaje, los Tristes Trópicos de Levi Strauss. Lo tengo desde hace treinta años y me he dado cuenta que era demasiado joven para leerlo entonces. Ahora es diferente. Resulta que el autor del precioso prólogo, desconocido entonces, es nada menos que el tertuliano de Julia Otero durante años: como uno de la familia: Manuel Delgado, de la universidad de Barcelona. Cuando lo termine caerán dos o tres más. Luego, sin interrupción las más de setecientas páginas del último de Scurati.
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