sábado, 13 de diciembre de 2025

PIO BAROJA. FINALES DEL SIGLO XIX Y PRINCIPIOS DEL XX.


  Baroja en su tercer libro de memorias: FINALES DEL SIGLO XIX Y PRINCIPIOS DEL XX perteneciente a la última vuelta del camino. Me encanta Pla y creo que Baroja es el que, para mí, más se parece en estilo, o al revés; se podría decir que Pla se parece a Baroja. Lo cuenta todo con gran convencimiento, aunque a veces tenga uno que reírse de sus salidas. Este libro lo vi en la Cuesta de Moyano y me lo vendió junto con otro de la Caro Raggio por veinte euros. Poco me parece para el placer intelectual que procuran. Ya lo dije una vez: con Baroja se tiene material inagotable para toda la vida.

  Aquí se cuenta el Madrid literario de eso, el París de entonces, los meses pasados en Londres, del Madrid de finales del XIX y principios del XX. Y lo cuenta de un modo divertido, al estilo Pla o Baroja. Lleno de anécdotas, de escenas cómicas redondas. “un pintor, tenía una buhardilla tan estrecha que no le cabía en ella más que la cama, y cuando quería estirarse le era indispensable sacar los pies por el tragaluz del tejado”. “Alberto Lozano, poeta andaluz que vivía escribiendo artículos encomiásticos en un periódico de bombos”. Y añadía: “El señor tal es el cacique más importante de la provincia de Tarragona, y aun así hay algunos que le niegan sus votos”. Cuántos periodistas de hoy en día, de principios del XXI se dedican a eso, al bombo. “Es una muestra de la cándida inmoralidad que produce el hambre”.

  Una anécdota atribuida a Ricardo Fuente que tenía un familiar militar. “Tenía un pariente militar, que cuando le tocó ir a Marruecos, en aquella época de la guerra de Melilla en que mataron al general Margallo, en vez de ir a África pidió el retiro. Mi amigo advirtió al militar: -Chico, me parece que vas a quedar como un cerdo. A lo que el pariente replicó: -Sí, es verdad, pero como un cerdo vivo”.

  Habla de política y de la sociedad de su tiempo y lo hace con criterio auqnue a veces uno no esté de acuerdo con él: “Entre Marx y Nietzsche han oscilados las corrientes del final del siglo XIX y principios del XX. Con ese sedimento dogmático, las dos fuerzas políticas antagónicas, en la práctica, tenían muchas tendencias iguales, el mismo culto por el Estado y la misma preocupación por el trabajo material y la misma indiferencia por la libertad del espíritu. Era un preámbulo de la vulgaridad y de la mediocridad del siglo que comenzaba”. En esto cómo no voy a estarlo.

  Habla del estilo literario y del esfuerzo en escribir bien. “Supongo que en la literatura no se aprende nada, y que lo que se aprende vale poco”, en esto no puedo estar de acuerdo. Nunca termina uno de aprender.

  Estaba en la cafetería del barrio donde vive mi madre y leía este libro. Llegó ella y fui al servicio dejando el móvil encima de la página por la que iba mi lectura. Cuando salí mi madre lo había ojeado y se había perdido por donde iba. Se disculpó: no pasa nada, sabía que iba por un recién párrafo subrayado: “A mí nunca me han tachado de homosexual, y, naturalmente, no tengo éxito”. Recordemos que estamos a principios de siglo XX. Luego vino una amiga, muy simpática y cariñosa, y hablamos de libros. A mí me decía que le gustaban más ligeros que este, tipo Entre Costuras o el último premio Planeta, picante y erótico, explicó. Mi madre le dio la razón y dijo que el último que le había dado yo para leer era infumable. San Manuel Bueno y mártir, de Baroja, dijo. No mamá, es de Unamuno y yo lo he leído dos veces. Me encantó pero está claro que hay y debe haber público lector para todo. Bastante es ya que lean.

  No pierde la oportunidad para meterse con el comunismo o con el anarquismo. Y me parece muy bien: “Se explica que Picasso se haya declarado últimamente comunista, es decir, en rebeldía con la opinión general, aunque el comunismo puede llegar a ser como empieza a ser ya en Rusia: un sistema aristocrático, militarista y burgués”. Cuánto de acuerdo estoy.

  Me ha hecho gracia una anécdota que cuenta sobre lo de leer en público, qué de mal gusto puede llegar a ser: “Si me lee usted algo, yo le leo”. Como una amenaza o tortura.

  Una definición sui géneris sobre lo que debe ser un escritor: “es un hombre que debe tener un empleo, que debe ir a un café a hablar mal de este o del otro, a decir que escribir es una tontería y que a él no le gusta escribir. Entonces ya tiene la simpatía de los tontos de café que se creen listos, y lo elogian con entusiasmo, porque el escritor es tan tonto como ellos”.

  Y otra vez sale El Fuego, de Barbusse. Debo comprarlo ya.

  Al final dice que cree que su mejor libro es El árbol de la Ciencia, y creo que también tiene en esto razón. Ahora me queda en la recámara Las Furias. Siempre hay que tener un Baroja en la recámara, o al menos uno a la vista.

lunes, 8 de diciembre de 2025

JORGE EDWARDS. PERSONA NON GRATA.

  Había leído tres libros del escritor chileno: El museo de cera, El inútil de la familia, La muerte de Montaigne, que me encantó, y éste. Lo compré en la feria del libro de Recoletos a finales de septiembre. Y cuando lo vi me acordé de una entrevista-charla creo que en la Fundación Juan March. Aparte del tiempo que se cuenta este relato: La Habana, Cuba, en 1971, en esa charla contó algo que nunca he olvidado y que me llamó poderosamente la atención: El que el régimen de Castro mandó tres días de luto por la muerte del dictador Franco en el año 1975. Las autoridades quisieron desmentirlo pero Edwards se encargó de transmitirlo a los periodistas de España.

  En la contraportada dice Magnus Enzensberger: “Fue el primer escritor importante del extranjero en notar que algo había ido irrevocablemente mal en la Revolución cubana”.

  Edwards le hace decir en repetidas ocasiones a Fidel Castro: “Seremos malos para producir, pero para pelear sí que somos buenos”.

  Baroja dijo: “En España lo que se paga no es el trabajo sino la sumisión”.

  Un ejemplo de lo que pasó en el principio de la Revolución y su postura recalcitrante ante cualquier cosa que oliera a iniciativa. “Alguien dijo que el cinturón de la capital había estado ocupado anteriormente por pequeños propietarios chinos, que cultivaban las lechugas y las hortalizas que abastecían la ciudad. En una arremetida política, el gobierno había expropiado a estos parceleros, que constituían un enclave capitalista y obedecían en su actividad a oscuros estímulos materiales. Desde entonces, la lechuga pasó a ser artículo de lujo, para consumo de diplomáticos y de otros privilegiados”.

  “-¿Y qué secretos vamos a tener? –le decía yo-. El único verdadero secreto de esta embajada es que no tiene secretos. Pero hay que impedir a toda costa que se divulgue”.

  Y en el Prólogo una frase de Guillermo Cabrera Infante: “No hay delirio de persecución ahí donde la persecución es un delirio”.

  Jorge Edwards murió en 2023.


 

miércoles, 3 de diciembre de 2025

JULIO LLAMAZARES. EL VIAJE DE MI PADRE. Y LA BARTOLI EN EL AUDITORIO


 

  Llegamos al Auditorio con las campanas de aviso de cierre de puertas. Nuestra puerta era la 11  y no la encontrábamos. Estaba arriba en el gallinero. No había butacas más alejadas del escenario. Así, la obra comenzó inmediatamente. Bartoli era Orfeo e iba vestido de traje negro.

  En la ópera se habla de Orfeo, el músico incomparable, y su amada esposa, Eurídice.

 

El relato comienza con Orfeo sumido en una desesperación inmensa por la repentina muerte de Eurídice. Su dolor es tan profundo que decide desafiar lo imposible: descender al Inframundo para rescatarla. Armado únicamente con el poder de su canto y su lira, Orfeo logra conmover a los espíritus vengadores y hasta al mismísimo rey de Hades, Perséfone (o Hades), quien, conmovido por su arte, acepta permitir que Eurídice regrese a la vida. Diríamos que Amor y la música se apiadan.

 

Sin embargo, esta gracia viene con una condición: en el viaje de vuelta al mundo de los vivos, Orfeo debe caminar delante de ella y no debe mirarla hasta que hayan salido completamente del Inframundo.

 

El camino de regreso es una tortura emocional. Eurídice, sin comprender la prohibición de mirarla, comienza a dudar del amor de su esposo, creyendo que su rechazo a mirarla significa que ha dejado de amarla o que ella ha perdido su belleza. Desesperada, exige una mirada o prefiere volver a la muerte. Orfeo intenta resistir, pero la angustia de Eurídice y su propio anhelo son insoportables. Incapaz de seguir viendo sufrir a su amada, se da la vuelta y la mira, rompiendo la promesa.

 

Inmediatamente, Eurídice muere por segunda vez.

 

Devastado, Orfeo se lamenta con un dolor aún mayor, dispuesto a quitarse la vida para unirse a ella. En ese momento de máxima aflicción, interviene Amor (el dios Cupido), quien detiene a Orfeo. Como recompensa a la pureza y constancia de su amor, Amor decide revivir a Eurídice, concediéndoles a ambos un final feliz.

 

La ópera, en esencia, es una reflexión sobre el poder ilimitado del arte (la música de Orfeo), capaz de doblegar incluso a la Muerte, y a la vez, sobre la fragilidad de la naturaleza humana (la duda y el impulso que hacen a Orfeo fallar).

  Esta es esencia el resumen de la obra de Gluck (con ayuda de la IA).

  Duró exactamente hora y media. A la salida nos fuimos directamente a las inmediaciones de casa a una pizzería porque me apetecía horrores algo que oliera a queso derretido y orégano.

 

  El libro de Llamazares es un viaje por la España vacía. Pueblos abandonados y que en su día fueron un importante nudo de comunicaciones. Leyendo la prensa la noticia de un joven de 38 años como único habitante de un pueblo de Soria, Benamira. 1800 pueblos en España cuentan con un único habitante. El pueblo más cercano está a 10 kilómetros, Medinaceli. Dice que lleva una vida sencilla. Es decir, lo más parecido a estar muerto.

 

  Todos los libros de Llamazares de viaje me han encantado. Tras-os-Montes, El río del olvido y, aunque sea novela también La lluvia amarilla. En este recorre ochenta y tantos años después el que hiciera su padre de forma obligatoria jugándose la vida en cada pliegue de terreno. O en cada esquina. “Hay seis pueblos en España que fueron destruidos en la guerra y que nunca los reconstruyeron: Corbera de Ebro, en Cataluña, tres en Guadalajara, y Belchite y Rodén aquí, en Aragón… Yo he visto tres de los seis y le puedo asegurar que el que más impresiona es Rodén”, le dice un lugareño.

  Los dramas del azar en la guerra: “creyeron que el Ejército de Franco ya estaba dentro de la ciudad y colgaron banderas nacionalistas de los balcones, sufriendo por ello las represalias de elementos republicanos en retirada que, enfurecidos por la derrota, incluso llegaron a arrojar bombas dentro de los refugios antiaéreos según contó”.

 

  Cuando leía la llegada a Villafamés y se puso a relatar la gran roca que hay subiendo el pueblo con la iglesia al lado recordé que estuvimos hace poco. A veintiséis kms de Castellón donde pasábamos unos días de descanso. “Villafamés, es el puebloal que me dirijo, surge enseguida en lo alto de una montaña tan impactante como lo imaginaba”.

sábado, 29 de noviembre de 2025

Las novelas de Torquemada. TORQUEMADA EN EL PURGATORIO. TORQUEMADA Y SAN PEDRO.



 

En la tercera novela de Torquemada se cuenta el ascenso social, político y económico del usurero reconvertido en el Marqués de Leo. Grandes banquetes y gastos en muebles y comida de calidad que para él es dispendio innecesario. Le hacen comprar el palacio de Gravelinas. Tengo que confesar que lo he buscado en el mapa sin encontrarlo porque no existe. El final es una tragedia que parece repartirse de manera equilibrada en cada una de las cuatro novelas. La más amarga la de su hijo eminente Valentín.

  “Al fin he transigido, porque como dice muy bien nuestro amigo Donoso, vivir es transigir”.

  Tiene reflexiones que no puedo dejar de subrayar y transcribir para intentar recordarlas mejor. “De mí sé decir que cuando veo un buen retrato de mano de maestro, me quedo extática, y cuando leo Memorias, aunque sean tan pesadas y tan llenas de fatuidad como las de Ultratumba, no sé dejar el libro de las manos”. Por supuesto que las Ultratumbas son las de Chateoubriand.

  Y un vaticinio incrustado en una novela: “-El sablazo es la forma incipiente del colectivismo. Estamos ahora en la época del martirio, de las catacumbas. Vendrá luego el reconocimiento del derecho a pedir, de la obligación de dar, la ley protegerá al pordiosero, y triunfará el principio del todo para todos”.

  Las chispas de humor: “¿No advertiste cómo se dormía esta noche? Pues se hallaba en estado de hipotaxia, que algunos llaman encanto, y otros éxtasis.

 -Sólo he visto que tenía sueño la pobre…”.

 

  El miedo a repartir su riqueza y la gracia que tiene de denunciarlo: “Yo estoy viendo la nube de parientes con hambre atrasada que van a caer sobre mí como la langosta”.

  Para la última novela he querido hacer una prueba con esto de la Inteligencia Artificial. Le he pedido que me haga una reseña de tres párrafos de Torquemada y San Pedro donde se señale la conversación entre el misionero y el protagonista en cuanto a la muerte y el más allá. Este es el resultado: menos de cinco segundos.  

 

“Torquemada y San Pedro (1895) es la cuarta y última novela de la tetralogía de Benito Pérez Galdós centrada en el personaje de Francisco Torquemada, un usurero cuya ambición y avaricia lo han elevado a la nobleza. En esta obra, Galdós profundiza en la hipocresía social y la moral burguesa de la época, mostrando el patético declive físico y moral del protagonista. La novela explora la vana búsqueda de Torquemada por la redención a través de obras de caridad forzadas y su incapacidad para desprenderse de su esencia avara, incluso ante la muerte. Galdós utiliza el realismo y un tono a menudo irónico para diseccionar la conciencia de Torquemada y la ceguera de quienes lo rodean, ofreciendo una crítica mordaz a una sociedad que valora más la apariencia que la virtud genuina.

  El párrafo central de la novela incluye una conversación crucial que aborda temas de fe, moralidad, y el suicidio entre los personajes que rodean a Torquemada en su lecho de muerte: el padre Gamborena, Cruz del Águila, y el propio Torquemada (aunque este último participa principalmente en su delirio o mediante monólogos internos). Gamborena, el confesor jesuita, representa la ortodoxia religiosa y la creencia en la salvación a través de la fe y las obras. Cruz del Águila, hermana de la esposa de Torquemada, encarna una fe más liberal y humanitaria, dispuesta a interpretar la voluntad de Dios de manera más flexible, incluso para justificar el suicidio en casos extremos de dolor insoportable, un debate que se plantea en torno al recuerdo de un personaje anterior. Este diálogo expone la tensión entre la estricta doctrina eclesiástica y la compasión humana, mientras Torquemada, medio consciente, solo puede balbucear sobre sus cuentas pendientes y sus riquezas, demostrando la absoluta prevalencia de su avaricia sobre cualquier preocupación espiritual.

La resolución de la novela no ofrece una redención fácil. A pesar de los esfuerzos del padre Gamborena por arrancarle una donación piadosa que sirva como "llave" del cielo, Torquemada muere en un estado de confusión mental donde se mezclan sus rezos con cálculos financieros, dejando en el aire la pregunta de si llegó a arrepentirse o si simplemente trató de "comprar" su salvación como si fuera otro negocio. Galdós cierra la tetralogía con un profundo examen de cómo el capitalismo y la codicia pueden corroer el alma, haciendo de Torquemada y San Pedro no solo un retrato psicológico de un avaro moribundo, sino también una alegoría sobre la decadencia moral de la clase dominante española de fines del siglo XIX”.

 

  Cuantas profesiones van a tener que reconstruirse.

 

lunes, 24 de noviembre de 2025

LAS NOVELAS DE TORQUEMADA. BENITO PÉREZ GALDÓS.



LAS NOVELAS DE TORQUEMADA. BENITO PÉREZ GALDÓS.

TORQUEMADA EN LA HOGUERA.

TORQUEMADA EN LA CRUZ.

  El día 21 de junio de 2022 se presentó el libro de Vargas Llosa titulado La mirada quieta, sobre la obra de Benito Pérez Galdós. Moderaba Juan Cruz, el pequeño periodista metido en todas estas cosas de la cultura libresca y mi admirado Andrés Trapiello, en realidad el principal motivo por el que asistí a aquella presentación. Bueno, y lo que pudiera decir el recientemente desaparecido premio Nobel.

  El novelista peruano español declaró que aprovechó la pandemia para leer la obra completa de Pérez Galdós. Son muchos libros, muchas novelas, mucho ensayo. En un momento dado, siguiendo lo que seguramente era el índice del libro (leído no hace mucho) dijo que Torquemada en la hoguera era una obra de arte sin paliativos. Naturalmente me quise hacer con una edición comestible y la busqué. Había algunas en wallapop pero eran ediciones con letra pequeña, viejas. En la Cuesta de Moyano tenían una primera edición, muy bonita (me la enseñaron) a trescientos cincuenta euros. Así, buscando acabé en la Visor y me llevé las cuatro novelas editadas en una cuidada edición de Cátedra. Tiene un completísimo prólogo de Ignacio Javier López.

  Efectivamente Torquemada en la hoguera es una novela buenísima. Pero creo que eso ya es mucho decir. Creo que es más que una novela, un cuento largo. Habla de Francisco Torquemada dedicado a ser un avaro prestamista, sin empatía y compasión por la suerte de sus semejantes. Tiene una hija veinteañera que cuida en parte de la casa, con un novio enclenque a poco de terminar medicina y un hijo de doce años que, vistos sus avances en los estudios, una eminencia en ciernes. A veces te dan ganas de carcajear cuando escribe expresiones tal que esta: “Uno de aquellos maestrazos, queriendo apurarle, le echó el cálculo de radicales numéricos, y como si le hubieran echado almendras”. Otro: “Este señor Bailón es un clérigo que ahorcó los hábitos”.

  Tiene en él depositadas grandes esperanzas. Será su continuador multiplicado por la inteligencia. Pero un día llega malo del colegio. La consecución de la enfermedad del hijo es una derrota de las que pasan en la vida.

   

  Me he emocionado de veras con el final de la novela. Aun sabiendo el final, aun sabiendo el desarrollo, la forma de contarlo, con la pérdida del hijo, la desesperación del padre… “Al propio tiempo soltaba de su fruncida boca un rugido feroz y espumarajos. Las contracciones de las extremidades y el pataleo eran en verdad horrible espectáculo: se clavaba las uñas en el cuello hasta hacerse sangre”. Me ha recordado a la reina Isabel cuando pierde a su nieto Miguel, reclamando a gritos a Dios por la crueldad e injusticia de su designio.

    “Al verle con aquella enfermedad tan mala, que era, según ella, una reventón del talento en la cabeza”.

  Torquemada en la Cruz, ya lo dijo de las siguientes MVLL y Trapiello, es más floja. Trata de los asuntos de casorio una vez que su mujer, Silvia, ha muerto. Conoce a las hermanas Cruz y se suceden vicisitudes que las hermanas y con Rafael, el hermano ciego. Es más pesada y convencional pero se deja leer, como todo lo de BPG. Tienen un protector los hermanos llamado Donoso que a su vez tiene una mujer, la más doliente de cuantas existan: “De tal modo creía ejercer el monopolio del sufrimiento físico, que tiritaba cuando le decían que pudiera existir alguien tan enfermo como ella”.

  Otra escena con la que me he reído. Rafael se escapa de casa a pesar de estar ciego y se va a deambular por el Madrid del Paseo del Prado. Siente el venir de unos perros vagabundos. “Dos perros vagabundos se llegaron a él, y le olieron y le hocicaron. Quiso Rafael retenerles con vos cariñosa; pero los dos animales, que debían de estar dotados de gran penetración y agudeza, entendieron que de allí muy poco o nada sacarían”. Qué genialidad. Seguimos para las dos siguientes.