Asistí a la presentación porque Juan Soto Ivars, al que sigo en prensa y X, lo había anunciado. Una charla presentación sobre la crisis del periodismo… no me lo podía perder.
El evento era en una librería del barrio de Salamanca. En la calle Serrano. Llegué con tiempo y me tomé un café en una cafetería de al lado. Gente muy puesta, que olía a conservador. También olía bien a café del bueno. Luego en la librería ojeando. Una sección sólo de libros cristianos. Biblias de todos los colores, biografías de santos, vitrinas con cálices y objetos eclesiales.
Fueron llegando los protagonistas y el público. Unos cuarenta, muchas de caras conocidas, periodistas a los que he visto por ahí en las redes.
Tomó la palabra Juan Soto. Hablaron un poco de cómo va evolucionando el periodismo: mal. Luego el turno de preguntas. Un tipo no paraba de cerrar la pregunta y Soto le tuvo que llamar la atención. Le cortó la palabra. Cuánto ego suelto. El cáncer del periodismo a mi entender era inevitable. Si te dejas financiar por el poder estarás a merced de él. Y si no te financias por el poder, mueres porque la gente cada vez lee menos periódicos. A la gente joven les pregunto por algunos periodistas, de los famosos: no saben nada. ¿Leer artículos? Lo ven algo anticuado, de viejos.
El libro de Teodoro se lee bien. Se le nota su labor en la universidad desde hace años. El subtítulo: “Cómo una política sin contrapoder degrada la democracia”. Esitorial Deusto. 358 páginas.
Sus capítulos comienzan todos de la misma forma, o más bien de forma parecida: “Un político sabe, o debería saber…”, Cualquier político sabe, o debe saber…”. Y claro que saben, lo saben demasiado bien. Al igual que contra los sindicatos, el poder ha sabido vencerlos. Y para eso nada mejor que regarlos con dinero público.
Hemos entrado en la era de la discordia y el periodismo es uno de sus mecanismos. “Trump ha sabido utilizar muy bien la polarización, tan unida al populismo para la creación del enemigo que dé sentido a tu causa”. ¿Acaso no es lo más parecido a lo que hace Sánchez? El periodismo ha perdido el valor de la verdad. Antes lo que se publicaba tenía la certeza de un artículo en el BOE, ahora se parece mucho a la opinión.
Un párrafo demoledor: “la dependencia creciente del entramado financiero, con la absurda creencia de que el lector no percibe nada de eso”. Claro que lo percibimos. Cuando me fue a firmar el libro le dije mi nombre. Me preguntó si era periodista. Le dije que no, que era lector de prensa y de libros sobre periodismo, quizá el eslabón más importante.
“No existe el debate argumental, sino el tam-tam de la tribu”.
Gramsci: “La realidad está definida con palabras. Por lo tanto, el que controla las palabras controla la realidad”. “No importa que sea verdad, importa que sea aceptado como verdad; de modo que basta con que resulte verosímil”.
En esto Sánchez es un maestro: “Si quiere mantener en secreto una información, inunde de datos menores a los medios”.
El punto 8 del decálogo del buen periodismo: “La objetividad es imposible, pero la imparcialidad es alcanzable”.
En fin que me ha gustado mucho y he aprendido más. Casi al final del libro: “El consultor Ignacio Varela se suma a la idea de que en los medios ya no hay periodistas, sino soldados”.
“Para Herminio, que mantiene aún la fe en el periodismo “imposible” de siempre. Teodoro León Gross. No sé yo. En todo caso los sigo admirando, aunque sea sólo a algunos.
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