Estoy muy enfadado con Lobo Antunes. Siempre he tenido en gran consideración a este escritor portugués. Lo había leído en muchos artículos, reportajes, entrevistas, aunque libros lo que se dice libros, sólo había leído En el culo del mundo, sus impresionantes memorias de cuando estuvo en la guerra de Angola. Da igual, siempre me ha producido simpatía e interés. El caso es que hace unos meses en una de mis vistas al Rastro lo vi en una mesa y vi una edición en Mondadori y un precio de tres euros. Yo he de amar una piedra. Me lo llevé. Ya le tocaba su turno. Más de quinientas páginas. Del 2005. Antunes pretende despojar el relato de todo lo que no sea el estilo. Se marca una floritura, un más difícil todavía, un a que no te enteras de lo que te estoy contando. No saben estos autores cuántos amantes de su obra la abandonan para no volver nunca más quizá. Como un pintor que solo le da importancia al color y embadurna el lienzo sin orden ni concierto. O quizá con un orden poco respetuoso con el lector. Antunes me ha faltado al respeto. En muchas ocasiones lo he maldecido. Todo el rato dándole otra oportunidad. Un día dedicado a desentrañar el qué, a empujar la pesada puerta sin apenas poder meter la punta del pie. Pero al final aceleraba. Daba igual dónde frenara: siempre el mismo estilo escondido detrás de una vieja o un árbol o una tristeza. Ni un subrayado, ni una colina en la planicie del mar de estilo.
Se supone que las historias sin sentido han salido de su consulta de psiquiatra en Lisboa. Las mujeres que le visitan le cuentan siempre lo mismo: sienten tristeza, un dolor en el pecho, insomnio, y parece burlarse de ellas. Todas con lo mismo. Y saca dolores de familias. La falta de amor de sus padres. La falta de amor de su primera mujer. He recorrido sus páginas a toda velocidad. Mucho más oculto que el Ulises de Joyce.
Nada más. La próxima vez que tenga una obra de Lobo Antunes en las manos la estudiaré bien. Si se parece sólo un poco a esta novela fallida (para mí) la dejaré en su estante aunque valga un euro, aunque sea gratis.
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