martes, 2 de abril de 2024

LUDWIG WITTGENSTEIN. TRACTATUS LOGICO-PHILOSOPHICUS. SOBRE LA CERTEZA.

   Siempre que he escuchado el nombre de Wittgenstein me ha venido a la cabeza algo oscuro, impenetrable, difícil de entender. En el quiosco de prensa donde solía comprar la prensa, lo vi de pasada y me dije que me o ponía como reto. El fracaso ha sido evidente pero ahora puedo decir que he leído a W. y no lo he entendido. Pero esto que suena a frustración no lo es tanto si uno en el prólogo lee que a Bertrand Russell nada menos también le costaba.

  También he pensado que al mismo W. poco le interesaba el saber como tal y más la relación que ha habido entre el lenguaje y la filosofía: “el aprendizaje académico de la historia de la filosofía le pareció una pérdida de tiempo”. “Desconfiar de la gramática es la primera condición para filosofar”. La paradoja.

 

También decía que “por escribir una página de música, habría cambiado quizá todas las de su filosofía”.  En el libraco que tengo de citas célebres sólo rescata dos de este filósofo vienés: “De lo que no se puede resolver no se debe hablar”. Otra de las múltiples variables que he leído de él en este colonoscópico Tractatus. Y “Los límites de mi lenguaje significan los límites de mi propio mundo”.

  Tuvo intentos suicidas. Estuvo viviendo en una cabaña de un fiordo noruego, y de ahí, se dice que escribió sus diarios más bellos. Su padre sí debía haber sido un gran cabroncete. Educó a sus hijos como un negrero. Dos de sus hermanos sí se suicidaron. Él murió de cáncer de próstata en casa de su médico. 1951.

  “En la filosofía no hay más cura que la muerte”. Qué bonito esto. La muerte es la gran resolución de cuestiones tanto cotidianas como primordiales.  Eso lo sabía bien Stalin.

  L.W. repetía en clase una frase de los principios de la mecánica de Hertz: que el objetivo primordial de la filosofía es analizar el lenguaje en el que se formula una cuestión filosófica.

   Del prólogo también: “Amaba la palabra desnuda, el sablazo directo del lenguaje, la precisión matemática y la cromática de la lógica”. Y recuerda también en otra parte para recordar a Kierkegaard: “que en sus ritos y ceremonias las iglesias no hacen más que convertir a Dios en un payaso”.

  “La verdad es la propia búsqueda de la verdad, sin fin”. Una de las frases que más me ha gustado porque estoy al cien por cien de acuerdo.

  Yo creo que toda la obra de Wittgenstein es un grito para reivindicar el silencio. Él defiende que el mecanismo ese del  pensamiento, la palabra, y el decirla no está bien resuelto. El otro día pensaba que quizá, cuando el mundo haya alcanzado una lengua común y certera, precisa, científica, exacta, se acabarán los conflictos. No logramos entendernos.

  “Toda consideración de las cosas es asunto nada más que de palabras, toda pregunta y respuesta es cosa de palabras, no salimos de las palabras”.

  Curiosidad: Alan Turing abandonó las clases de L.W. no sé si por no aguantar su forma de pensar o decir.

  Apenas he subrayado frases propiamente de la obra. Por eso lo del interés del prólogo.

 Estas sí: “El lenguaje disfraza el pensamiento”.

  “La muerte no es un acontecimiento de la vida. No se vive la muerte”. Eso entronca con una frase que repito a menudo: Todos se mueren menos yo. 

 

En el año cincuenta dice que los que dicen que el hombre va a subir a la luna son menos enterados que los que dicen que no va a ser posible. “Si comparamos nuestro sistema de conocimiento con el suyo, es evidente que el suyo es, con mucho, más pobre”. En solo diecinueve años su “certeza” iba a verse seriamente comprometida.

  “El mundo es todo lo que es el caso”. Ahí es ná. No sé, que a lo mejor hubiera hecho un motor innovador o un ventilador revolucionario y gastó el tiempo en ideas voladoras, o… volubles.  

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