Para mí wallapop es ya la mayor surtidora de
libros para mis baldas. La gente no quiere libros en su casa y a la que se
muere el abuelo inundan las páginas de libros interesantes. Siempre les
pregunto a los que me lo venden si lo han leído. Y siempre, o con pocas
excepciones, me dicen que no, que era del padre que se murió o del abuelo. Esta
es una preciosa edición de las que ya no se ven, tapa dura, gran formato, bien
cosido, buen papel. Cuatro euros. La gente ya no quiere tener libros en casa.
Es una tristeza pero para mí es una fuente de satisfacción enorme. Me da la
impresión de estar haciendo una transacción ilegal.
La novela es una digresión sobre qué pasó en
ese mundo inventado y tan real una vez Alonso Quijano ha expirado. Con esa
excusa monta una estructura literaria y de paso nos habla de la obra. Cosa que
siempre se agradece. Teoriza muy bien.
En la parte del libro en el que el bachiller
Sansón Carrasco le enseña a leer a Sancho Panza se hacen unas observaciones
sobre los libros que ya se las he escuchado en algunas conferencias.
“Has entrado en esta cofradía de los que leen
libros, Sancho, y no olvides esto: nunca los prestes, porque no te lo
devolverán, ni devolverás los que te presten, porque se parecen los libros a
los perros de los gitanos: se están muy a gusto con el primero que no les echa
de su lado, y si se les deja, se van también con el primero que pasa y les dice
tus tus. Así que si algún día quieres honrarte de tu biblioteca, ni prestes
libros ni devuelvas los que te presten”.
A mí cuando me piden prestado no digo que no,
pero se me pone una cara tan agria que desisten enseguida.
Y aquí sí que me he visto reflejado: “ya que
vas a ingresar en la cofradía de los bibliómanos, tienes que saber que muchas
veces los libros no aparecen, estando delante de los ojos, como si estuvieran
encantados. Y aunque si fuesen un perro te morderían, de tan cerca que los
tienes, no los ves, y por eso hay que buscar una y mil veces en el mismo
sitio”. A mí se me fue una vez La coronación del Everest y todavía no ha
aparecido, a pesar a que de vez en
cuando repaso los estantes con ahínco.
No estoy de acuerdo en absoluto con un pseudo
refrán: “Libro que no has de leer, déjalo correr”. A veces he poseído un libro
durante dos décadas, digamos, y un día me acuerdo tenerlo porque la he leído
algo en algún sitio y lo recupero y me alegro de haberlo tenido. Nunca tirar un
libro.
“No hay cosa peor que la de pensar a secas,
sin otra salsa”.
Sí, aquí Trapiello llama Sancha a su mujer
cuyo nombre es Teresa y Sanchica a su hija y Sanchico al hijo, a quien va a desbastar
porque “es un diamante en bruto”. “¿Qué pecado hemos cometido para que mi padre
quiera ser gramata?”.
“Dieron en pensar que acaso se moría por
cuerdo, cuando loco había sobrevivido a tantos asaltos inesperados y desiguales”.
Trapiello sabe escribir como pocos en la
actualidad, bajo mi punto de vista. Habla sobre el morir y hace decir a Sancho,
para consolar a su caballero andante: “Y si aquí nos alivia una tarde calurosa
de verano la tépida brisa, ¡cómo no será esa brisa allá en el cielo!”.
Me ha gustado por todas estas cosas, sin
embargo sigo diciendo que Trapiello me es querido por sus diarios sobre todo.
No obstante si viera algún libro de él que no tenga, ten por seguro que lo
compraré. Así a bote pronto creo que tengo treinta y tres suyos.