jueves, 17 de octubre de 2019

FERNANDO SAVATER. LA PEOR PARTE.



Lo primero que quiero decir es que, hablando con varios conocidos lectores de Savater, me dijeron que no pensaban leer este libro: decían que sería un libro triste, quejicoso, plañidero, etc. Al principio estaba un poco de acuerdo pero mi amor por su escritura primero y saber que era una especie de continuación de su Mira por dónde me hicieron no poder evitarlo. Y ahora que he acabado de leerlo me alegro mucho.
  Otra vez fue que lo compré en el Rastro. A partir de ahora si lo compro allí -incomprensiblemente cinco euros más baratos que en las librerías-, no lo diré, porque me parece repetitivo. Hay unos cuantos puestos en los que se venden libros recién editados más baratos. Y encima uno se da una vuelta por un mundo que ya parece no existir fuera de allí.

  Hace cuatro años su mujer, Pelo Cohete, murió de un tumor cerebral. Se querían mucho, sí, y parece que fue el amor de su vida pero también es verdad que, como en todas las parejas, tenían trifulcas. Su pérdida en cualquier caso, una desolación "Escribía para ella". Y Savater es un maestro describiendo estas cosas de la vida. Pero no es raro porque siempre transmitían alegría sus palabras y ahora hay mucho dolor, mucha pérdida, aunque mucho egoísmo también. En alguna ocasión llegó a enfadarse con ella por haber enfermado, como si ella tuviera la culpa. Y puedo ponerme en su lugar. A nadie le gusta que lo expulsen del paraíso.
  El libro se lee en dos sentadas. Con pena de que pasen los capítulos tan rápido. Pero a la vez uno siente que lee algo importante, profundo, un testimonio valiente.
  “Como me gusta mucho más leer que escribir, celebro que los demás lo hagan mejor que yo. Así tengo asegurado mi goce”.
  “Tolstoi tiene mucha razón: no hay narración posible –es decir, suficiente, convincente- de la felicidad familiar. La dicha se degrada en el esfuerzo por contarla”.
  Espero que Fernando Savater viva muchos años aunque se encuentre triste. Yo lo necesito como necesitaban a Sócrate sus discípulos. Una mente tan preclara como la suya cada vez abunda menos.

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