Luis Antonio de Villena tiene un espacio en
Radio Nacional en el que habla de un libro. Lo hace de una manera amena y
siempre que tengo oportunidad lo escucho. La mañana que fui a ver la
maravillosa exposición de Cartografía en la Biblioteca Nacional (27 de diciembre
de 2017) fui a la Cuesta de Moyano y lo vi. Editorial Renacimiento. Edición de
Juan A. Ríos Carratalá, catedrático de literatura en la Universidad de
Alicante.
Una tarde habló de este sobre las memorias del
periodista del Liberal entre otros Diego San José. Fue un periodista bastante
popular antes de la Guerra Civil y a lo largo de sus años de cautiverio no
fueron pocos los que reconocieron haber leído sus novelas cortas, su teatro o
sus artículos, artículos que, como le recordaron en más de una ocasión,
tuvieron la culpa de provocar el desastre. Cosa, por descontado, falso. Eso sí
que eran injusticias y arbitrariedades en las cárceles de Franco. A pesar de
que el dictador no tocaría a los que no tuvieran las manos manchadas de sangre,
a Diego, que solo hubo de escribir en un periódico en la República, fue
sentenciado a veinte años de cárcel de los cuales estuvo cinco en sitios
infectos.
Al final de su cautiverio permaneció en la isla de San Simón de la Ría
de Vigo, donde, dentro de la catástrofe, fue feliz al estar más en libertad.
Allí recordaba las puestas de sol y los paseos y charlas con otros presos. “…acudía
por las mañanas; y por las tardes, a un rinconcillo retirado, desde el cual
contemplaba la entrada a la ría. La puesta de sol desde aquel espléndido
miradero era indescriptible; tanto, que ni siquiera he intentado trasladarla al
papel, porque, suspenso el ánimo, me olvidaba de todo ante el grandioso
espectáculo de la naturaleza, acordado con el toque del Ángelus en las iglesias
ribereñas”. Cuando recobró la libertad se estableció en Redondela, ese
magnífico pueblo gallego.
Murió en el glorioso año de 1962 a la edad de 78 años.
Unas memorias que para mi gusto no pasan de modestas.
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