En este libro se nombra, varias
veces y siempre para bien , el libro de Bill Bryson “Una breve historia de casi todo”. En este de
María Belmonte, Los senderos del mar, caben historias de casi todo pero siempre
relacionadas con el mar, el gran protagonista. El camino que traza para hablarnos de su tierra (nació
en Bilbao pero vive en Barcelona) va desde la costa vasco francesa hasta el
extremos noroeste de la península. Viaja a pie pero no siempre e interrumpe el
camino cuando le parece. No importa, es sumamente absorbente y dan unas ganas
locas de emular su viaje. Una de las cosas que cuenta al principio es la
historia del castillo de Abbadía, cerca de los acantilados de Jaizquivel, no
muy lejos de San Sebastián que yo vi desde lejos estando en el Ejército en el
año 85-86. Ya sabía por un artículo buenísimo de Ander Izaguirre pero ahora me
han entrado unas ganas enormes de visitarlo. “Abbadie –el dueño, viajero, estudioso
y explorador y rico- exploró durante más de diez años Etiopía, entonces
territorio ignoto para Occidente, y como fruto de sus viajes publicó numerosas
obras geográficas y cartográficas e incluso un diccionario de la lengua
amhárica que sería utilizado por Rimbaud”. “También aprendimos los tres consejos
del romántico Antonie d´Abbadie para introducirse en tribus consideradas
especialmente peligrosas: ir descalzo, desarmado y aprender a decir en su
lengua “vengo a respirar el aire de vuestras montañas”.
Aparte del mar en este libro se hace un canto
amoroso al caminar. “La alegría del viajero”, esos momentos en los que,
cansado, el caminante aguarda una bien merecida cerveza mientras toma las notas
de la jornada al amor de un buen fuego. Otros momentos de felicidad diferentes
sobrevienen durante la marcha prolongada, cuando respiración, músculos y mente
se acompasan y funcionan al unísono…”. “El paso a paso, suspiro a suspiro del
caminante llevando todo a la espalda, es un conjunto de gestos tan antiguo que
conlleva una profunda alegría para el cuerpo o la mente”.
Se cuentan muchas anécdotas interesantes de
historia y se habla, como no, de libros. Al parecer esta escritora de dos
libros y traductora de unos cuantos más (ya soy fan) es una lectora voraz. “El
viaje a los Pirineos” de Víctor Hugo. En la época de las guerras napoleónicas,
con siete u ocho años, Hugo pasó un mes de verano en Bayona mientras aguardaba
un convoy que le llevaría, junto a su madre y sus dos hermanos, hasta Madrid,
donde se reunirían con su padre, soldado de Napoleón”. Cuenta recuerdos felices
de su infancia en Biarritz o en la misma Bayona. Habla mucho y bien de la
histpria del surf, y del surf en Hawái “El intercambio cultural resultó nefasto
para los hawaianos, que en el plazo de treinta años vieron cómo desaparecía su
forma de vida milenaria arrasada por la cultura de decadencia, laboriosidad y
religión que misioneros, comerciantes, truhanes y oportunistas de todo tipo
llevaron a Hawái”.
Editado en la fabulosa editorial Acantilado
es una gozada de lectura. Ameno y donde siempre se tiene la sensación de que
aprendes mientras lees. A la cola de la lista de salida su “Peregrinos de la
belleza”, viajeros por Grecia e Italia.
“Sudamos y lloramos agua de mar”.
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