domingo, 12 de noviembre de 2017

ISABEL SOLER. LOS MARES NÁUFRAGOS.




  Buscando cosas de “náufragos” y en concreto, de “Los náufragos de las Auckland” de Raynal, supe de este libro de Isabel Soler. Acabo de terminarlo y me ha parecido sobresaliente. Es la autora profesora de literatura y cultura portuguesa en la Universidad de Barcelona y traductora del portugués. De hecho este libro es en esencia la traducción que Gomes de Brito reunió en la obra clásica Historia trágico-marítima en torno a los naufragios de los siglos XVI y XVII. Colabora en revistas literarias y es autora también de otro libro que no tardará en caer: El nudo y la esfera.
  El mundo se ensancha y se enriquece por los viajes comerciales. Al principio sin grandes conocimientos de navegación; sin cartas marítimas. Pero se va perfeccionando con el tiempo, a costa de desastres: “Sin embargo, junto a la aventura, el exotismo y la riqueza, el viaje ultramarino también está constituido por desapariciones y silencios, dramas humanos olvidados o escuchados con asombro y consternación. El viaje es, en definitiva, la experiencia de una realidad oceánica vivida con gran sacrificio, la Historia trágico-marítima se encargará de recoger la parte más dramática de la historia del viaje marítimo portugués”.
  Todas estas cosas tenían un gran interés en la época –en esta también- “Se explica así el enorme interés que suscitaban las crónicas de naufragios; tanto que llegaron a asemejarse a lo que hoy llamaríamos literatura de consumo, dada su amplia divulgación y facilidad de circulación”. Sánchez Ostiz en el prólogo repasa las obras contemporáneas que han pasado al acervo de la literatura de naufragios: Melville, Defoe, Verne…
  Todas las naves han de tener un capitán y todos los capitanes han de ser obedecidos por los miembros de la tripulación. Por supuesto otros hombres tienen cometidos importantes y deben saber hacer bien su trabajo. Cuando algún eslabón falla –también hay veces que las circunstancias obligan- la tragedia aparece. “Un miércoles por la tarde, llevando el viento en la popa y bonanza, algunos miraron hacia el agua y vieron que era muy verde y pastosa, y enseguida avisaron que estábamos cerca de unos bajos. Pero como estas cosas y otras semejantes eran responsabilidad del piloto, y veíamos que él las veía y se callaba, pensamos que no sería nada y que por la noche viraríamos”. Este párrafo lo he señalado especialmente porque ilustra muy bien cómo en ocasiones históricas algunos saben que van a la deriva pero “como el piloto sabía y callaba” todos piensan que así debe ser. Y luego vienen los desastres y los asombros.
  Un libro donde uno disfruta leyendo las desgracias de unos grandes hombres aventureros en los que por suerte, para nosotros, algunos vivieron para contarlo.

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