Hará un mes y pico
entré a un bar a tomar un café y vi en el mostrador la revista cultural de El
Mundo. Nunca ha sido de mi devoción pero como no tenía nada más a mano decidí
echarle un ojo. Dentro había una
entrevista a Martínez de Pisón y como he leído un par de novelas suyas que me han
gustado, decidí leerla. Enseguida me llamó la atención porque se hablaba de una
familia judía. Comienza la andadura en los años justo anteriores a la
independencia de Marruecos. Es decir, es el comienzo de una gran preocupación
por la pérdida del protectorado español. La historia se desarrolla por tanto en
gran medida en Melilla que es donde se establecen cuando tienen que abandonar Tetuán.
Yo nací en Melilla aunque me viniera a Madrid hace muchos años, pero me ha
gustado contemplar de nuevo los edificios, las calles, los parques y los olores, la luz
de la ciudad donde nací.
Para recorrer la
historia de la familia el autor escribe cinco novelas llamándolas así: La
novela de Samuel, La novela de Daniel, etc. Y claro, le ha salido una novela
gorda, para seguir con el adjetivo empleado en una entrada reciente. En una
entrevista en la radio, cuando le preguntan cómo es que le ha salido una novela
con tantas páginas responde que podría haber sido mucho más porque había más
personajes. Yo, voy a decirlo ya, le habría metido la tijera en todas.
La geografía no se
limita a Melilla solamente. En aquella época era el trampolín para que las
familias hebreas saltaran a Israel o a la península. Más teniendo dos hijas
casaderas.
He reconocido en la
novela –cómo no- cosas de mi familia. Dice en El Cultural: “A mí me gustan las
novelas en las que el lector puede reconocer algo de sí mismo. Y en esas
novelas la protagonista, con todas sus contradicciones, con sus glorias y sus
miserias, sólo puede ser la clase media”.
“No hay que buscar
al novelista en la voz de sus personajes sino en sus dilemas”. Philip Roth.
Me ha gustado leer
esta novela a pesar de que en algunas partes me haya aburrido un poco. Es una
novela escrita con el instinto de los buenos novelistas con técnicas de los
buenos novelistas, pero le ha faltado algo que no sé bien qué es. Estoy de
acuerdo con Sanz de Villanueva, el crítico, cuando dice que “Carece de un
criterio selectivo de materiales y se atiene a dicha forma del pasado con indiferencia
de las múltiples conquistas, estructurales, estilísticas y expresivas, de la
narrativa moderna”, aunque al autor le hayan resultado como el culo.