En la primera página de estos diarios D.R. ya desgrana lo que para él es
la principal justificación de la intervención en la gran guerra: “No ya como
una hazaña anticomunista sino sobre todo como intervención mínima y posible de
España en la guerra. Por solidaridad para con un esfuerzo o un dolor del mundo.
Por adhesión a una esperanza de mejor
orden universal”. Los soldados que se alistaron en masa a la División Azul lo
hicieron con un completo convencimiento: Iban a salvar el cristianismo y los valores
occidentales frente a las huestes comunistas de Rusia. Los rusos, en vista de
los resultados, también debían tener un convencimiento…, convincente. Y así se
llegó a lo que sería con los años el juego del pañuelo en el centro de Berlín.
Me han gustado estos diarios. Me gusta leer diarios. Apreciar a un buen
observador desgranar lo cotidiano, lo que siente, lo que come, lo que lee, lo
que sufre, los paisajes que describe. En muchos casos se aprecia la candidez
del que lo cuenta y gusta contemplar el todo desde la altura que da el futuro, la
altura del lector que ya todo lo sabe porque ha pasado el tiempo.
Muchos de los expedicionarios eran ya gente mayor para esto de la
guerra. D. R. tenía ya 29 años y había tenido cargos de responsabilidad en la
organización falangista. Quizá por eso tuvo la suerte de hacer los mil y pico kilómetros
motorizado. La mayoría de sus compañeros lo hicieron a pie. Fue uno de los
coautores del Cara al Sol. Y encima era un poco torpe con la instrucción: “No
es infrecuente que yo vuelva a la izquierda cuando debería hacerlo a la
derecha, perturbando el movimiento general… Voluntariamente me he adherido al
pelotón de los torpes”.
Y uno de los apuntes con los que más me he identificado con él es saber
de su aversión a tener que estar todo el tiempo acompañado. Es de las cosas más
penosas de llevar en campaña: no tener un minuto de intimidad, un minuto para
estar con uno mismo. “La inevitable repugnancia por una compañía casi
absolutamente constante –no hay otra excepción que las horas de guardia o
centinela y algún vago paseo- se deja sentir, pero creo que todos nos
esforzamos por hacerla llevadera”.
Otra lección que no hay que olvidar es que hay que intentar hacerlo todo
con alegría. Es, sobre todas las cosas, lo más sano. “Entre mis compañeros
prefiero a los que viven esto con alegría y desenfado y detesto a los que se
lamentan continuamente”.
La cuestión judía: Confiesa D.R. que apenas sabía nada sobre los métodos
nazis contra los judíos. Yo no lo creo. Era imposible, recorriendo Europa hacia
el Este, no saber de los millones de atropellos constantes: “Da pena –aparte consideraciones
humanas- pensar lo que podría ser la vuelta de esta ciénaga de odio y de dolor
si un revés la arrojase otra vez sobre Alemania”. Es decir, era consciente de
lo que se podía venía encima perdiendo la guerra.
Una de las cosas que más me han gustado son las descripciones del frío,
de los paisajes de la llanura esteparia. A mediados de octubre aparece el frío
como uno de los elementos más crueles. Los cadáveres que se encuentran parecen
troncos, objetos inanimados abandonados de cualquier manera. En las lumbres “si
un trozo de nuestro cuerpo se tuesta hasta la quemazón, el resto se hiela hasta
el entumecimiento”. “La oscuridad dura ya no menos de catorce horas. El termómetro
ha descendido a los 15 grados bajo cero. Hay un cielo de nevada inminente: gris
frío, oscurísimo en su centro”.
Las carencias de la logística: De
todos es sabido de la absoluta facultad organizativa del pueblo alemán. Si
tantas cosas se saben es porque estaban absolutamente detalladas. No ocurría lo
mismo en el lado español. “Se dice de una unidad que ha suplido su falta de
camuflaje para la nieve vistiendo las prendas interiores –amplias camisetas y
largos calzoncillos- del equipo alemán. Así la acción ha tenido un aire jocoso
y divertido. Sobre todo sí tenían mucha inventiva.
En primavera D.R. acabó en un hospital de la retaguardia. Estaba
literalmente agotado. Decía que pesaba 39 kg. Luego tras la repatriación estuvo
retenido en una prisión en Ronda (le había enviado una carta feroz a Franco
contra el régimen de Franco; con un par): allí escribió la mayoría de estas
páginas. Como dice Jordi Gracia en el prólogo, obra cumbre de la literatura
memoralística sobre la División Azul.
3 comentarios:
Compruebo que después de tu visita al Loser pasaste por ese Escrito en
un instante de AMM, y que también allí te referiste al inicio de la
lectura de la última de Chirbes, una novela a la que yo -quizá
equivocadamente- he preferido dar un tiempo de espera, una perspectiva.
Y compruebo que mientras yo trataba sobre las experiencias de un
extranjero en nuestra guerra, tú te ocupas de los diarios de un español
en el frente ruso, y que mientras Ridruejo odiaba la compañía, a
Koestler le ahogaba la soledad de una celda: reflejos de un mismo
horror, el hombre frente la más desmesurada expresión de la barbarie humana: la guerra. Es muy apetecible este libro, porque, en efecto, también la experiencia de la División Azul debe ser contada, desde dentro y con esa heladora envoltura de los inviernos rusos.
Catorce de Marzo, Dos Mil xiv
~ Copos, copos ~
Nieva de nuevo
en las calles
que nunca disipan,
cae poco a poco
como "estrellas
de una -galaxia-,
todo se pinta "blanco
bajo esta capa
que todo cubre:
los arboles, personas,
autos, fachadas
de las casas y hasta
el agua del rio
se coloreo tambien...
Y cuando esto ocurre
es como "pillar
al gato -por la cola,
el mundo se pone nefasto,
lios, maniobras, giros
e incluso deslizas,
resbalas y caes
de golpe, de impacto,
de repente y tantas,
tantas de patina...
Ysa,
P.s.: No se aprecia -la vida de muchos si no nos -ponemos sus zapatos y comprendemos "un poquito lo que nos quieren dar a entender -desde sus perspectivas y muchas veces ni se nos -abre esto en la mente a pesar de lo que gusten aclarar u declarar si no sabemos -de tales terrenos y aparte uno como se guste en explicarlo... te digo esto porque me fue dificil conocer lo que nos decia... solo a partir de cuando hablas sobre "el frio ahi ya fue -otra cosa... en fin, mi padre nacio en 1938 y uno de sus -mejores amigos se llamaba asi, Dionisio y si en aquellos tiempos todo era sobre guerras, tiros, mal entendidos y sobretodo hambre... pues no se que decirte que diablos un -espaniol hace -fuera de casa cuando Yo me imaginaba que ya eran -malos tiempos en la niniez de mis padres pero no pense fuese tambien en -los de mis abuelos aunque el mio tambien -fue soldado pero nunca lo senti quejarse de ello, quizas no tuvo tiempo ocupado en -el quehacer de mis padres... ya mi bisabuelo lo imagino en -mejores manos pues de El soy como soy... que es lo unico que he heredado. Que gracia!!
Feliz Mes Invernal!!
Muchas gracias, Juan, Ysa.
Es curioso Juan esas simetrías, que no semejanzas, entre tu escritor, Koestler, y el mío, Ridruejo. Por cierto, éste, tema de hoy, en parte, en Escrito en un instante, por ser Ridruejo el traductor al castellano del Cuaderno Gris de Pla; junto a su mujer Gloria de Ros.
Un saludo.
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