lunes, 22 de abril de 2013

Javier Reverte. Colinas que arden, lagos de fuego.

  A no todos les pasa pero hay escritores que repiten su fórmula del éxito una y otra vez y siempre aciertan. Es el caso de Javier Reverte, ese escritor madrileño que parece que ha encontrado la mejor forma de ganarse la vida que existe: viaja, escribe sobre ello, saca fotos, se lleva a familia y amigos, lo cuenta y saca dinero.  A algunos en cambio les cuesta vaciar la nevera de cervezas y aguantar unos cuantos ronquidos.
  He leído casi todo lo que ha publicado sobre viajes y me siguen subyugando las cosas que cuenta de la historia y las cosas que él mismo observa. Cuando habla por ejemplo de poder tomarse una cerveza helada en medio de la jungla a uno se le hace la boca agua sólo de pensarlo.  O cuando uno lee sobre el Coronel Von Lettow quiere leer todo sobre tan magnífico personaje. En este libro de viajes por el este de África, “Colinas que arden, lagos de fuego”, se siguen contando cosas parecidas a sus otros libros de viajes por el este de África pero siempre sabe reinventarse. Y más que publique, más que seguiré leyendo sobre estas cosas.  Que yo recuerde este es el cuarto libro dedicado a África: El sueño de África, una especie de exquisito “Ébano” a la española, Vagabundo en África y Los caminos perdidos de África. Una pura delicia donde uno parece contactar con nuestros más primitivos ancestros.
  En esta ocasión se ha hecho acompañar en diversos tramos por su hermano Jorge M. Reverte, el magnífico historiador, por su hijo y por diferentes amigos. Es la típica persona que sabe hablar con toda clase de tipos porque es, por encima de todo, un ser curioso, la principal característica de un buen viajero. Tipos que dicen cosas como “¡Soy católico! Pero no creyente. En Irlanda, ser católico no es un asunto religioso; es una cuestión política”. O cómo ve el mundo estadounidense después de la llegada de Obama un keniano: “Bush ha destruido el país. Lo que aprendí estudiando ciencias económicas no me sirve ya para nada, porque he estudiado la economía que ha destruido el mundo”.
  Otra cosa son las novelas de mi querido Javier. No, yo solo digo que se dedique a viajar y a escribir sobre ello; yo, en parte, estaré encantado de seguir sufragando los gastos.

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