sábado, 26 de junio de 2010

26/06/2010


Nada más caer dormido sueño que estoy en Sudáfrica. Es un partido de rugby, quizá en la final de la Copa del Mundo. Un hombre corpulento está encima de mí, aplastándome. Intento levantarme pero el peso es cada vez mayor. Por entre la maraña de su cuerpo veo venir a otros jugadores que se abalanzarán sobre nosotros y aún será peor. Me siento morir sin poder respirar. Afortunadamente me despierto enseguida; quizá para poder suspirar y salvarme.
Hace unos días se fue el gran José Saramago. Mi historia con él comenzó como un gran amor que fue apagándose poco a poco. Cuando lo descubrí me pareció que todo cuanto decía o hacía era algo verdadero y profundo. Las primeras novelas que leí fueron para mí las mejores: Ensayo sobre la ceguera, La muerte de Ricardo Reis y El Evangelio según Jesucristo. También su Viaje a Portugal que leí coincidiendo con la vez que estuve en Lisboa. Me gustaba también cuando arremetía contra el poder y la Iglesia. Nadie se lo perdonó nunca y por eso, creo yo, se fue a vivir a Lanzarote a su paraíso y con su “Eva”. Hace tres años estuve allí y pregunté por él pero me dijeron que estaba muy malito.
Hubo un momento en que dejé de leer a Saramago. Tengo pendiente todavía en la estantería de los que esperan a ser leídos, su libro La Caverna, y no sé si algún día lo abriré. De pronto me dejó de interesar lo que escribía y lo que decía en los periódicos. Su novela Todos los Nombres me pareció funcionarial y polvorienta, aburrida. Y no he tenido curiosidad, aunque siempre me han interesado esos temas, de leer su novela de Caín.
En el año noventa y seis, cuando más lo admiraba y reverenciaba fui a verlo a la Feria del Libro de Madrid. Estaba en forma. Acababa de leer una entrevista en la que contaba, su mujer Pilar, que subía las duras y largas pendientes de Lanzarote como un muchacho. Me dio la mano con mucho afecto e incluso me preguntó por el origen de mi nombre. Le dije, en dos palabras trastabilladas, lo poco que sabía. Me despedí de él abriendo el libro sin terminar de creérmelo.
Incluso ahora la Iglesia, después de muerto, sigue metiéndose con él diciendo que su visión teológica peca de superficial. Y es normal porque la Iglesia siempre ha buscado la complicación y la oscuridad para intentar explicar lo que para él era tan sencillo. De todas formas, Saramago, esté donde esté, estará bien porque yo no sé él pero Dios, sea este quien sea, querrá ser su amigo.
Paseo por el centro buscando una tienda de té. Me he aficionado al té de calidad. Encuentro una en la calle Fuencarral, recién peatonalizada. Hay bullicio y colorido; el sol calienta pero en la sombra da gusto estar. Cuando entro hay dos dependientas y una mujer. La otra dependienta se dirige a mí. Huele como en un bazar, con esa misma mezcla de olores. Le explico que hace un año viene a comprar una lata para conservar el té y me regalaron una muestra de uno delicioso, con un ligero aroma a fresa de chuches. Ella no recordaba cuál podía ser pero de entre unos cuantos elijo uno de frutas y un té blanco con plátano. Mientras me prepara las bolsas de cien gramos me doy cuenta que regalan una lata si traspasas los quince euros de compra. Me doy cuenta que mi pedido suma catorce con cuarenta. Entonces yo le digo: “¿no puedes poner unos gramos más de té para que puedas regalarme esta lata tan bonita?” Ella me contesta que debo pasarme a la bolsa de 250 grs. La mujer que hay al lado se ofrece a completar su pedido para que yo tenga derecho a mi lata. Pero la vendedora es buena profesional; simpática. Me ofrece un dosímetro que cuesta cuatro euros y acepto. La mujer nos observa divertida, sonriendo. Le agradezco a la mujer, de todas formas, su ofrecimiento pero ella le quita importancia. Ella me mira y vuelve a sonreírme. Cuando tiene preparado su pedido se va. “Qué guapa y simpática esta mujer”, pienso. Me voy feliz a prepararme un té a mi casa. Efectivamente el té de frutas sabe un poco a chuches, a fresas, a grosellas, a pasas...; me encantan los sabores nuevos. Huelo el líquido rojo, saboreo su dulce sabor; Y me siento, por cosas tan simples y en ese momento, feliz.

6 comentarios:

Tuti dijo...

Acabo de fijarme en la foto que tienes a la derecha, por dios, no me digas que esa "librería" te pertenece.

Por partes:

No me digas que eres de los que no siguen el mundial, aunque este te siga en ti en sueños y mute en rugby.

Saramago es uno de esos autores que nunca he leído a pesar de escuchar mucho sobre él. Nuna me ha llamado.

Soy cafetera en el dia a dia y tetera, sólo, en los países en los que tomar el té es todo un ritual. Estar sentada junto a la lumbre, ver cómo lo preparan, hablar... Igual que el mate. Están rodeados de magia. ¿Puedes creer que una vez me coloqué tomando mate? Debió ser cosa de la noche, el lugar, la compañía... Sí, seguramente fuera eso.

Buen domingo!

tuti

Hermi dijo...

Hola Tuti.
La librería es mía, efectivamente. Es como un organismo vivo que va creciendo y creciendo sin parar, donde le van saliendo alas, apéndices y tumores malignos y donde están encerrados tantos sueños e historias. Si te fijas, el cuerpo de la izquierda de la foto es donde están los que esperan a ser leídos. Unas cuantas decenas de libros. Así es; así es mi vicio.
Por supuesto que sigo el mundial. De entre todas las tonterías humanas, el mundial de fútbol es de las cosas más divertidas. Son veintidós señores en calzoncillos detrás de una pelota, sí, pero calzoncillos con los colores de tu bandera. ¿No es eso lo bastante serio?
En cuanto a lo del mate deduzco que eres argentina, uruguaya o relacionada con gente de allá. Nunca he sabido eso de poder colocarse por tomar mate. ¿No sería que a la vez fumabas otra cosa? En cualquier caso lo de la noche, la compañía y el lugar suena de lo más excitante.
Un abrazo.

Chuchuik dijo...

consulta:

¿Cuál es la relación entre el libro "la muerte de Ricardo Reis" y los poemas de este heterónimo?

gracias de antemano y un saludo

Anónimo dijo...

joder, qué envidia me da (la librería)

No, no soy argentina (soy canaria), y no, no fumaba otras cosas (sólo tabaco); y sí, la compañía (un grupo), la noche, el momento y el lugar tuvieron la culpa, seguro. :-)

Tuti

(no tengo ganas de hacer el registro pa comentar)

Hermi dijo...

Gracias por pasaros. machbenack, Ricardo Reis es un personaje en el libro; el protagonista principal. Las poesías son de Pessoa. Otro protagonista creo yo es Lisboa. De todas formas no me hagas mucho caso, no soy especialista en nada. Solo un lector caótico.
Tuti, no me has dicho nada acerca del fútbol: buenos jugadores tenéis allí también.

Anónimo dijo...

¿Del futbol? Ah, pues vale. No soy futbolera pero si puedo, el sábado me voy a ver el partido a las canteras (la playa, no es por darte envidida, conste); han puesto una pantalla gigante y el partido se merece que haga ese sacrificio jejej

si no te vuelvo a ver... buen finde

tuti