En el capítulo dedicado a esta novela se dice que es una obra maestra. Esta novela pertenecía a mi padre de cuando cada vez que llamaba al timbre un vendedor éste tenía muchas posibilidades de vender su mercancía, aunque bien sabía mi padre que jamás abriría una página de dichos libros. Este pertenecía a un lote con varias de las mejores novelas de Galdós. “Para cuando mis hijos sean mayores” pensaría.
“La novela es una crítica muy severa a la realidad social, espiritual y política española”. Orbajosa, la ciudad donde se desarrolla la novela no existe en realidad, pero es un resumen de todas ellas. Cuando llega, para explotar unas minas, para casarse con su prima, la bronca estalla. Es el choque de siempre durante siglos. “A los pocos días Pepe Rey, -que así se llama- está reñido con toda la ciudad, por desconfianza y la hostilidad con que los lugareños miran a este modernizador que, creen, los desprecia, y es víctima de una enemistad –de la que participa su propia tía, doña Perfecta- que tiene que ver, sobre todo, con sus desairados comentarios” de casi todo en la ciudad: la arquitectura de la catedral, las pinturas que alberga, los ropajes de la virgen y el niño…
“Orbajosa es una alegoría de lo que Galdós más odiaba: la España viejísima, que se creía eterna, reñida con la modernidad, presa de los curas y de los ritos y prejuicios católicos más tradicionales”.
Para muchos lectores jóvenes de Galdós (los habrá aunque sean obligatorios en el colegio) será un anticuario. Un escritor “clásico” que no tiene nada que ver con ellos. Pero Vargas Llosa tiene otra opinión que comparto: “¿Significa esta obra lo mismo que cuando apareció? Sí, porque aquí lo literario –su lenguaje, su estructura, sus personajes- prevalece sobre las consideraciones sociales y críticas, como una historia acabada, en la que el lector puede deleitarse como en un clásico…”. ¿Qué es si no Galdós que un clásico? ¿Uno de los mejores que hemos tenido?”.