Dije que Homo Sapiens lo compré más barato en
El Rastro. Dije que me gustó mucho. Al poco fue mi cumpleaños y mi madre me
trajo éste: Homo Deus. ¿Sabía algo sobre mis últimas lecturas? No. Mi padre vio
en el contenedor de papeles y cartones un montón de libros tirados. Uno de
ellos, el de Harari. No podían los astros haberse puesto más alienados para
acertar en un regalo. Ni una marca de uso.
Leyéndolo he llegado a pensar que madre mía
lo que les espera a nuestros descendientes. Por cierto, este autor, joven,
salió del armario de la manera más natural, y además en Jerusalén. Estamos dejando de ser Homo Sapiens –unos más
deprisa que otros- para ser otra especie, súper conectada, teledirigida. Todo,
el estudio, la religión, la política, la medicina, la música, todo, va a
depender del internet total y los humanos van a pasar a ser un eslabón más de
todo eso. Ya casi lo somos. Me ha llamado la atención una cosa que cuenta.
Cuando llegamos a América los indígenas estaban muy contentos porque nos daban
oro y ellos recibían piedras preciosas. Ahora lo más importante, lo más
valioso, son nuestros datos y los damos a cambio de un correo electrónico y
poder ver gatitos en el youtube.
“El
día del orgullo gay en las calles de Jerusalén: Es un día único de armonía en
esta ciudad asediada por los conflictos, porque es la única ocasión en que los judíos,
los musulmanes y los cristianos religiosos encuentran de repente una causa
común: todos se enfurecen a la vez contra el desfile gay”.
Este es de los libros que dan para tener más
de dos y tres conversaciones; anécdotas para contar, experimentos que pueden
verse en la red, risas por hacernos ver cómo somos: somos como los monos, unos
más que otros. El caso de ese experimento que nos viene a reflejar en el
espejo: Un investigador, dos monos en una jaula separados por un panel
transparente. Los habían enseñado que si les daban al humano una piedra,
recibirían un trozo de pepino. Les gusta mucho. Todo va sobre ruedas hasta que
al de la derecha le da una uva; les gusta mucho más. El mono del pepino, viendo
la injusticia y al recibir de nuevo un trozo de pepino, sacó la mano por un
hueco y se lo lanzó al humano, muy enfadado. Somos igual.
Habla de muchísimos aspectos del ser humano,
como en el otro libro, pero en este se incide sobre lo que nos espera. Y no
está claro que sea mejor ni peor. El caso es que va a ser apasionante: cuánto
me hubiera gustado nacer mucho después.
“El crédito es la manifestación económica de
la confianza”.
Un
libro de divulgación maravilloso. Siempre que he ido a una librería alguien
tenía en las manos alguno de los tres que tiene en el mercado. Debe estar
haciéndose rico: me alegro por él. Lo vale.
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