Las historias que va hilvanando Talese en
este libro se podrían comparar con las historias contadas por Sherezade cada
noche para no morir asesinada. Todo se va entrelazando. Una lleva de la mano a
otra incrementándose el interés. Este hombre sabe buscar y encontrar cientos de
novelas escondidas en cada rincón de realidad en cada ciudad, en cada hogar, en
cada hombre y mujer. De hecho hubo algunos proyectos –se cuenta al final del
libro- para hacer películas basadas en algunas de las historias. Si alguien
quisiera bucear en cómo eran las relaciones de las personas, las relaciones
afectivas y sexuales entre hombres y mujeres en el siglo XX de los Estados
Unidos, tendría que leer los libros de Talese, igual que si queremos estudiar
las sociedades de hace dos mil y pico de años en Italia debemos leer a Horacio
o Virgilio. Es apasionante, divertido, didáctico, sorprendente. Tiene el
suspense de las buenas novelas. Es como esos tipos que saben ganarse la
audiencia durante mucho tiempo a base de giros, subidas de volumen en la voz e
interés. En una página no he podido evitar escribir con trazo grueso “pene”,
para recordar que ahí hay unos párrafos hablando sesudamente del aparato: “…parece provisto de voluntad propia, de un
ego superior a su tamaño y resulta frecuentemente molesto debido a sus
necesidades, apasionamientos e impredecible naturaleza. A veces, hay hombres
que su pene les domina, les hace perder el control, les obliga a pedir favores
de rodillas de noche a mujeres de las que de día preferirían no recordar ni el
nombre. Ya sea insaciable o inseguro, exigen pruebas constantes de su potencia
introduciendo en la vida de un hombre complicaciones no requeridas o frecuentes
rechazos. Sensible y elástico al mismo tiempo, disponible tanto de día como de
noche con un mínimo de ayuda, lleva actuando porfiada aunque no siempre
hábilmente durante muchos siglos, incesantemente a la búsqueda, sensible,
expandiéndose, probando, penetrando, palpitando, encogiéndose y queriendo
siempre más. Sin jamás esconder su interés lascivo, es el órganos más honesto
del hombre”.
Esto de la lectura lo considero un milagro:
un tipo observador que rescata de un lugar y un tiempo nombres, personajes que
transporta a los ojos de un lector del futuro sea este largo o corto. Nombres
que estarán siempre en su memoria o al menos pasarán un tiempo en su compañía:
John Bullaro, Barbara Crame, John Williamson, Arlen Cough…, una minibiografía
de Hugh Hefner, el fundador de Play Boy, personas convertidas en personajes que
se encuentran, se conocen, se acuestan y pasan cosas que hacen que el lector
asista, obnubilado, como en un cine viendo deambular sus vidas.
Muy al final Talese aparece como otro
personaje para entrar en acción. Y qué acciones. Se va a la casa de los
Williamson para acostarse con la mujer y estar rodeado de los demás invitados,
todos desnudos. O se va a comprobar, en propias carnes, cómo funcionan las
casas de masajes que hay en EEUU. Su mujer, cuenta, casi le abandona por eso
pero más tarde entendió que la causa –científica, humana, periodística, histórica-
valía la pena.
Un libro valioso donde podremos comprobar que
los que siempre dicen que ya no hay valores o no se respetan los que hay,
podremos comprobar, digo, cómo podía ser que en la época que yo nací un hombre
podía entrar en la cárcel por practicar sexo anal, sexo oral o tener una
revista porno en su casa.