sábado, 5 de mayo de 2012

John Kennedy Toole





John Kennedy Toole fue un estudiante ejemplar. Se licenció en literatura por la Universidad de Columbia. Posteriormente trabajó en algo que en nada tenía que ver con sus estudios: trabajó como profesor de literatura. Ingresó en el ejército a comienzos de los años sesenta y siguió dando clases a los reclutas que llegaban a su base militar en Puerto Rico. Cuando acabó su servicio volvió a Nueva Orleáns y siguió dando clases. Era un tipo feliz; pero se complicó la vida y decidió escribir una novela. Una novela satírica: La Conjura de los Necios. ¿Las primeras palabras que aparecen en el libro?: “Cuando en el mundo aparece un verdadero genio, puede identificársele por este signo: todos los necios se conjuran contra él”. El caso es que envió su manuscrito a la editorial Simon and Schuster y posteriormente a otras y ninguna supo ver un ápice de valor a su escrito, así es que nuestro amigo se cogió un berrinche y una depresión de campeonato. Debo reconocer que alguna gracia me hizo la novela en cuestión, pero me temo que yo, de haber tenido alguna responsabilidad en alguna de esas editoriales, habría tomado la misma decisión. Por supuesto en aquel momento; ahora no, evidentemente. El tesón de su madre por ver publicada su novela, dio como resultado innumerables ediciones que llegan hasta la actualidad. Ahí entraríamos en un tema nuevo: ¿por qué hay artistas que sólo ven reconocido su valor cuando ya han muerto? ¿Podría un complot de críticos encumbrar a un autor mediocre? Creo que ahora está pasando eso. Pero el tiempo pone a todo el mundo en su sitio; y este autor ha pasado el examen del paso del tiempo. Comenzó a beber, abandonó sus obligaciones laborales, y se sintió el tipo más fracasado del universo. El veintiséis de marzo de 1969 en un paraje polvoriento y solitario de Mississipi, introdujo una manguera desde el tubo de escape hasta el interior del coche. Tenía 31 años.

2 comentarios:

Ultravioleta dijo...

Hola, Hermi
Me gustó mucho esta novela cuando la lei, me rei muchisimo. Tanto que se la regalé a mi padre esperando que le causara el mismo efecto y, una vez que la leyó, me comnetó que no le habia encontrado la gracia por ninguna parte. No lo entendía. Ahora va a resultar que el sentido del humor es el mas raro de los sentidos....

Un saludo

Hermi dijo...

Así es querida Ultravioleta... jeje, te iba a llamar cariñosamente en disminutivo.. querida Ultra.
Es una novela que está bien escrita pero es verdad que al menos a mí no llegó a terminar de convencerme.
Pasa también cuando ves una plícula de humor: me ha pasado que al lado la gente se muere de risa y a mí me dan ganas de llorar. Y al revés.
Un abrazo.