Hoy se quejaban los vendedores de flores porque decían que cada vez se incinera más. A menos tumbas, menos flores. Mi suegra, de misa dominical, nos ha dicho que, pensándolo mejor, tampoco quiere que la entierren cuando muera. Prefiere, como ella dice, la cerilla. Y es que los cementerios también serán cosa del pasado. Es más higiénico, más limpio, pensar en el fuego que en el pudridero. Bien es verdad que luego te dan una urna con un compuesto y no se sabe qué hacer con ella. Hará unos años recogimos una urna, subimos la sierra para esparcir las cenizas en un bello paraje y volvimos al tanatorio para devolver el embase. No cabía en nuestra cabeza guardarla, tirarla a un contenedor, romperla… negocio redondo para la funeraria.
Recordamos algunas veces a nuestros muertos cuando nos juntamos a comer y casi siempre nos reímos. Hay que pensar en que, si pudieran vernos por un agujerito, es así como les gustaría vernos.
Sin embargo me gusta contemplar cementerios antiguos. Tienen algo de lo que carece nuestra sociedad actual: tranquilidad.
Cuando llegamos a Oporto era de noche y no se veía nada. Sólo cuando amaneció y nos asomamos por la ventana vimos que daba al cementerio. Éste cementerio.
3 comentarios:
Son una estampa silenciosa los cemneterios ¿verdad?
Ahora se "entierran" las cenizas. Cuando me quemen no me gustaria que me esparcieran a los cuatro vientos. Yo prefiero que las mias esten en el cementerio.
A mí me da igual. Como si se las quieren fumar. Total...
jajaja, si tuvieras el icono del "me gusta" te lo hubiera plantao aqui....
Publicar un comentario