Debord nació en París en 1931. Su nacimiento coincidió con las réplicas en Europa del crack económico. Su familia, fabricante de zapatos, estaba decididamente arruinada. Pero según cuenta él mismo no le concedió a ese hecho la más mínima importancia. Más bien al contrario; le gustaba rodearse de cierto ambiente pobre y marginal. “Viviendo con ellos –con la clase peligrosa- uno vivía en gran parte su vida”.
Fue una de las figuras principales de mayo del 68 –cuántos han sucumbido en el desastre- y en una de sus primeras fotografías se le puede ver al lado de un graffiti que reza su primera rebelión: "No trabajéis jamás". Yo estoy con él cien por cien, pero la hipoteca...
Según cuenta Juan Goytisolo cuando llegó a París “Vivía con su compañera, Michèle Bernstein, en un hotel de la Rue Racine contiguo a aquél y les visité en una ocasión en un cuarto en el que reinaba un desorden extremo y casi ejemplar: libros, periódicos, prendas de vestir, botellas de vino o cerveza vacías cubrían la moqueta y el gran lecho. Aunque era mediodía, acababan de despertarse y permanecían en cama risueños y juguetones, como después de una noche de alegres festejos.”
Era un auténtico tocapelotas del sistema. En una ocasión publicó en su revista sobre La Internacional Situacionista un dibujo de un avión en llamas con un lema publicitario: "Directo al cielo con Air France". Si un miembro de su consejo editorial se atrevía a elogiar a alguno de los surrealistas o a elefantes tipo Camus, era despedido rápidamente.
Su libro más importante fue “La sociedad del espectáculo”, que fue editada por Pre-Textos en una buena traducción de José Luis Pardo como cuentó Rafael Conte en el País. Y es que, en esto sí que acertó: vivimos en la sociedad del espectáculo. En este libro “denuncia la mutación que el capitalismo hace del pensamiento por el espectáculo como sustrato ideológico de dominación”.
Aquejado de una poliomielitis alcohólica incurable, decidió poner fin a su vida de un disparo en 1994.