sábado, 27 de junio de 2009

M. JACKSON



Una vez mi madre nos preguntó a mí y a mis hermanos, en una cena familiar, así, de pronto, si nos gustábamos como éramos, es decir, si estábamos satisfechos con nuestra manera de ser. Mis hermanos contestaron rápidamente que sí pero yo dudé. Estuve un rato pensando aun después de decir ambiguamente que sí; que más o menos. Pero nunca he estado seguro. Creo que todos queremos o hemos querido, de alguna forma, ser distintos: más honestos, o más jóvenes, más seguros, más altos, de otro país, o tener otro idioma, otros padres, otros hijos, otros hermanos, o no haberlos tenido, haber vivido en otras épocas, no haber nacido.
El día 25 de junio ha muerto el prototipo de persona a quien no le gustaba cómo era. Intentó toda su vida reconstruirse otra identidad, remodelarse como un escultor de sí mismo, enfermo y neurótico. Son esa clase de personas a las que uno no se imagina fuera de los escenarios. Otros ejemplos serían Presley o Marylin. Precisamente espejos en quien todos quisieron mirarse.
Ahora, sí. Ahora, MICHAEL JACKSON, se ha igualado a todos sus hermanos, a todos los mortales.

2 comentarios:

Ana Belén dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Ana Belén dijo...

Es espeluznante pensar en cómo llega a ser la vida ( y la muerte) de algunas estrellas.Qué destructiva la omnipotencia.Cómo se entrelaza sutilmente con las carencias.
Cuando una lee la fortuna que llegó a amasar, los esfuerzos titánicos que hizo por dejar de ser quien era, no puede dejar de pensar en lo pobre que se sentía.
Parece obvio de qué, claro.