El 11 de abril de 1987 Primo Levi se arrojó por el hueco de las escaleras de la casa en la que vivía. Sus amigos dicen que se había saltado el tratamiento de antidepresivos que venía tomando. Dicen que no podía soportar contemplar el grave deterioro de su madre, una nonagenaria enferma. Ver sus ojos le hacía sufrir y recordar a sus compañeros esqueléticos del campo de concentración en que fue internado cuando era un joven trabajador recién licenciado de químicas.
No exagero en decir que su trilogía sobre su experiencia en el campo de concentración de Auschwitz es de lo más impactante que he leído en mi vida. También digo que es de lo mejor narrado. Levi tiene la facultad extraordinaria de narrar lo inenarrable.
Nunca podré olvidar el gesto de un prisionero enfermo (es como si lo hubiera visto con mis ojos), sediento y ardiente de fiebre que le imploró a Levi un sorbo de agua y que éste no pudo olvidar el dolor profundo que le causó el tener que mentirle y decirle que no existía el agua, cuando la verdad era que venía de echar un trago a un charco formado por el hilillo de agua de una cañería rota.
Levi nació en Milán en 1919 en una familia judía. Fue un estudiante más inclinado hacia la ciencia que hacia las letras. Su experiencia fue la clave, la obligación, de que Levi se hiciera escritor y hoy está considerado como uno de los mejores escritores italianos del siglo XX.
Participó como resistente y después de ser delatado, fue llevado a su encierro junto con 7.500 italianos más. Sólo 800 volvieron. Y él fue de los que mejor supieron dar testimonio de la tragedia que les tocó vivir.
Cuenta Levi que sobrevivió por necesitar los nazis en aquellos precisos momentos mano de obra esclava y ser un buen químico.
Los libros que he leído de él y que nunca dejo de recomendar son: Si esto es un hombre, donde nos cuenta el universo penitenciario como un mundo estanco y horrible, lleno de alaridos y gritos de mando. La Tregua donde cuenta el periplo asombroso de meses y meses en tren por toda Europa. Los Hundidos y los Salvados donde reflexiona sobre la responsabilidad, sobre la libertad, la piedad... el sin-sentido: muchos optaron por el suicidio inmediatamente después de la liberación. Y El Sistema Periódico: libro original donde se utiliza los nombres de los distintos elementos químicos para perfilar personajes e historias autobiográficas.
Poco antes de morir le entrevistaron para una editorial y le preguntaron si estaba deprimido. Contestó que no, que no lo creía, que había sobrevivido, que había contado y había testimoniado.