En el Rastro, de nuevo. En una mesa
abarrotada de libros, casi siempre sin ningún valor, aparece este volumen de
más de mil cien páginas. Cuando pregunto el precio no lo creo: 2 euros cuando
hacía un par de años a lo sumo lo había visto en las librerías por más de
treinta y cinco en las primeras ediciones. Aún puede verse incluso en las grandes
superficies un poco más barato, casi a treinta.
Se aprenden muchas cosas pero le falta el alma
de los historiadores que bajan de vez en cuando a ras de suelo. Se echan de
menos los testimonios de la gente de a pie, soldados, políticos, víctimas. En
eso es maestra Alexiévich, donde sus libros están hechos a base de amalgamar
magistralmente los testimonios. O como Beevor que cuenta, dentro de las grandes
historias, pequeños relatos protagonizados por pequeños personajes. Judt
siempre está elevado en su tarima de profesor.
Uno, leyendo durante semanas los grandes
esfuerzos, los problemas y dinámicas que tuvieron que afrontar los gobiernos y
los países desgastados europeos para construir lo que hoy llamamos Europa, se
siente abrumado. Ha merecido la pena. Otros retos nos esperan en este
continente. Acabo de terminar El Colgajo, el esperado libro de memorias en
torno al atentado sufrido en la redacción de Charlie Hebdob, de Philippe
Lançon. Europa se enfrenta a un desafío enorme que tendrá que afrontar más
pronto que tarde. Como dice la última frase: “Puede que la Unión Europea sea
una respuesta a la historia, pero nunca podrá sustituirla”.