Richard Barham Middleton nació en octubre de 1882. Fue lo que se llama un escritor maldito, bohemio, romántico. Hace poco leí algunos de sus relatos. Tristes. De días grises y noches lúgubres. En ellos a menudo aparecen niños abrumados y enfrentados a un mundo hostil. Me ha conmovido especialmente uno; “Un drama de la niñez” en el que la llegada de una enfermedad es recibida con gran alivio porque así puede librarse de ir a la escuela y dejar de sufrir tormentos para su temperamento sensible. Cuántos no habremos implorado que la temperatura del termómetro subiera unos grados para depararnos un día de hogar entre mantas calientes... De todas formas, el cuento que suele formar parte de antologías es “El Buque Fantasma”. Un delirio de relato, pero tan bien escrito que se vuelve claro y transparente como una pesadilla febril.
Hay también un par de relatos suculentos que podrían calificarse como meta-literatura. Todo lo que conlleva el proceso de la creación, la publicación y la venta de un escrito.
Malvivía con lo poco que lograba vender a pequeñas revistas. Si se hubiera esperado un poco quizá hubiera conocido las mieles del éxito pues fue ensalzado, entre otros, por Arthur Machen.
Decidió no obstante poner fin a su vida el mes de diciembre de 1911. Tenía 29 años.